
La guerra de precios en la industria del tabaco comienza a apagarse poco a poco. Después de que Imperial Tobacco, propietaria de Altadis, decidiera subir la semana pasada el precio de sus principales marcas para evitar una sangría aún mayor en sus márgenes, el resto de sus competidores han considerado hacer lo propio.
Según ha podido saber este periódico en fuentes del sector, Philip Morris, dueño de Marlboro y Chesterfield entre otras, subirá en la misma línea que Altadis el precio de sus marcas a partir de mañana viernes.
Así, y previa comunicación hoy al Comisionado del Mercado de Tabaco, las cajetillas de Marlboro pasarán de los 3,85 euros actuales a 4 euros, las de Chester de 3,50 euros a 3,70 y las de L&M costarán 3,50, frente a los 3,30 euros actuales. Con esta subida, los precios de la tabaquera norteamericana, líder del sector de cigarrillos rubios en España, vuelven al nivel de antes de realizar su tercera bajada consecutiva, a principios de junio.
Según estas mismas fuentes, una vez que Philip Morris acometa esta subida, el resto de competidores, British American Tobacco (BAT) y Japan Tobacco (JTI) realizarán similares movimientos al alza entre mañana y el lunes.
Búsqueda de reforma fiscal
Después de varios meses inmersas en plena guerra, las tabaqueras darán por cerrada una pequeña batalla que se trasladará ahora a los despachos gubernamentales. La intención de estas multinacionales es convencer al Gobierno de que acometa una reforma fiscal más en línea con el resto de países de la Unión Europea. Pero no será una tarea fácil.
A las reticencias iniciales del Ejecutivo, habría que sumar que no todas las tabaqueras están de acuerdo en los mismos términos de la citada reforma. A un lado se encuentra Altadis, que junto con el anuncio de la subida adelantada el pasado viernes por este periódico, incorporó una propuesta de cambio impositivo que pretende evitar a toda costa una nueva batalla de precios obligando a pagar el impuesto ad valorem anterior a la hipotética subida.
Al otro lado del cuadrilátero se encuentran Philip Morris y BAT, que apuestan por que el Gobierno revise al alza el impuesto mínimo y aplique una reducción del ad valorem y el específico.
Convence a las tres partes
Pero esta bandera blanca en la guerra del tabaco no sólo deja más o menos contentas a las tabaqueras, ya de por sí machacadas por la pérdida de márgenes y la ley antitabaco, sino que también ayuda al sector de los estanqueros y al propio Gobierno.
A los primeros porque les evita nuevos sobresaltos y más perdida de rentabilidad y a los segundos porque frena la sangría en materia de recaudación. Ahora, la pelota se encuentra en el tejado del nuevo secretario de Estado de Economía, Manuel López Carbajo, que tendrá que tomar una decisión al respecto.