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Sus multibillonarios fundadores, Sergey Brin y Larry Page apenas conceden entrevistas. Pero estos cerebritos de las matemáticas se enfrentan ahora a su primer gran contratiempo y, de repente, necesitan hablar. Así que hace unas semanas invitaron al The Sunday Times a que visitara el corazón del complejo industrial de la búsqueda.
Cuando se prepara para celebrar su décimo aniversario, a Google (GOOG.NQ) le han surgido serios problemas. Una serie de pasos equivocados han hecho que tenga que afrontar las acusaciones que le han hecho pasar de ser un proyecto benigno -creando la primera biblioteca global gratuita y abierta las 24 horas- a ser el más obstinado Gran Hermano de la sociedad de la información.
Se le acusa de haber tramado un siniestro vínculo entre sus ordenadores y nosotros, de querer, en cierto modo, enchufarnos a su gigantesco ordenador central, como se imaginó en The Matrix o en Terminator.
Un proyecto siniestro
La crisis comenzó hace unos meses, cuando el director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, apareció en Londres e hizo algunas extravagantes observaciones acerca de las ambiciones de su empresa. Declaró que el objetivo de su compañía era recoger los máximos datos personales posibles de los usuarios individuales para mejorar la calidad de sus resultados de búsqueda, e incluso empezar a hacer recomendaciones, como un amigo de confianza.
"Aún sabemos poco del total de información de que disponemos", dijo. "Ni siquiera podemos contestar a la pregunta más básica acerca de usted porque no sabemos lo suficiente. El objetivo es permitir a los usuarios de Google que sean capaces de contestar a preguntas tales como ¿qué haré mañana? o ¿qué trabajo escogeré?".
Sus comentarios desencadenaron una tormenta. Los defensores de los derechos a la privacidad objetaron que una máquina que sabe tanto acerca de nosotros sería la mayor amenaza jamás conocida a la vida privada. Ningún régimen totalitario, ningún malo de las películas de James Bond había soñado nunca algo tan siniestro. "¿Hasta qué punto," preguntó un crítico, "evoluciona hacia el Imperio del Mal una empresa cuyo lema es 'No seas malo'?"
No es broma
¿Qué está pasando? ¿Está intentando Google reunir toda la información mundial y colarse en nuestras conciencias? ¿No estaba Brin bromeando, después de todo, cuando dijo que podría implantar un chip de Google en nuestro cerebro?
En vez de preocuparse porque están yendo demasiado lejos, el equipo directivo de Google habla, con cara de póquer, de una "misión de 300 años" que eventualmente verá casi todo -incluyendo quizá algún día a mi mismo- vinculado a la Red y por tanto susceptible de ser buscado online.
El sueño tecnológico de Google llega en tres bytes. El primero es denominado difusamente como la búsqueda universal. Según Marissa Mayer, la jefa de los productos de búsqueda y de la experiencia de usuarios de Google, la Red es actualmente "muy limitada y primitiva". Consiste principalmente en palabras, imágenes y algo de música, creadas mayoritariamente en los últimos años. Hay muchas más cosas que podrían - y deberían - estar en línea.
En su nivel más simple, esto incluye todas las películas, programas de televisión, vídeo o emisiones de radio hechas jamás; cualquier libro, papel académico, panfleto, documento gubernamental, mapa, carta de navegación y blog jamás publicados en cualquier lengua y en cualquier sitio; y cualquier pieza de música jamás grabada. Google está desarrollando actualmente un nuevo software que escaneará millones de nuevas fuentes de información para dar resultados de búsqueda más ricos.
Localizador de personas
Mayer y compañía argumentan que, para ser fieles a su misión declarada de "organizar toda la información mundial y hacerla accesible y útil a nivel universal", Google debería ocuparse de algo más que de buscar palabras, imágenes y música: se debería ocupar de encontrar objetos y, eventualmente, personas. Cualquier cosa que pueda ser localizada con un identificador de frecuencia de radio - una etiqueta electrónica llamada RFID - puede ser vinculada a Internet a través de redes de WiFi locales o nacionales.
Las empresas de distribución ya utilizan esta tecnología para hacer inventario y los gestores de flotas rastrean autobuses y taxis de esta manera. "¿Por qué no" pregunta Mayer, "coger las cosas que te preocupan - tu reloj, tu teléfono -, pegar pequeñas etiquetas en ellas y esperar sus señales de recepción?" ¿Y por qué no ir un paso más adelante y etiquetar a tu pareja o a tus hijos, de manera que puedas saber dónde se encuentran siempre que lo desees? Los googlitas llaman la atención sobre el hecho de que ya lo hacemos con bebés recién nacidos y con mascotas.
La segunda parte del sueño tecnológico de Google es la búsqueda personalizada. Google acaba de lanzar iGoogle, una nueva versión turbo de su servicio de búsqueda normal. Permite monitorizar nuestro historial de búsqueda, de manera que pueda averiguar quiénes somos, qué edad tenemos, qué trabajo desempeñamos, si estamos casados, a dónde vamos en vacaciones, qué hacemos en nuestro tiempo libre... En definitiva, cualquier cosa que pueda extraerse de nuestra navegación por Internet.
Google quiere que nos inscribamos en iGoogle en nuestro ordenador personal y que lo instalemos, junto con el software de Gmail, Google Maps y Google Earth, en nuestro teléfono móvil, de manera que no sólo sepa quiénes somos, sino también en qué lugar del mundo estamos, 24 horas al día, gracias a los chips de posicionamiento de satélite que van a empezar a ser instalados en los teléfonos móviles.
Trabajo compartido en la Red
La última pieza del futuro de Google se llama "computación de la nube", es decir, de Internet . En lugar de utilizar la Red para buscar información que luego copiamos y usamos para trabajar en documentos almacenados en los discos duros de nuestros ordenadores, Google quiere que creemos todos nuestros documentos online, que trabajemos en ellos online, mediante el software de Google, y que los almacenemos en la vasta red global de servidores .
Para ello ha lanzado recientemente sus propios programas de software con base en Internet - llamados Google Apps (Aplicaciones Google) -, que nos permiten crear archivos de palabra y hojas de cálculo protegidos por contraseña, editarlos y almacenarlos online.
Estas aplicaciones - junto con Gmail, Calendar, el diario online de Google, Picasa -su sistema de gestión y almacenamiento de fotografías-, y Presentations -su versión online de PowerPoint- suponen que Google dará satisfacción todas nuestras necesidades de cálculo y de almacenamiento, pero no en nuestros ordenadores personales, sino, como indica Mayer en Internet.