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"La crisis del crédito no ha terminado: los bancos son los responsables"

El consejero delegado y presidente de GoldmanSachs, Lloyd Blankfein. Foto: Bloomberg
A Lloyd Blankfein, consejero delegado y presidente de Goldman Sachs, el mayor y más prestigioso banco de inversiones del mundo, esta realidad todavía le provoca un "alto grado de nerviosismo". En esta entrevista a Il Sole-24 Ore, el banquero más poderoso -y más pagado- de Wall Street rompe, por vez primera, el muro del silencio que desde hace tres meses envuelve las causas y las dimensiones de la crisis.

"Es hora de que cada cual asuma sus propias responsabilidades. Hace tiempo que el mercado había percibido que el riesgo no era valorado adecuadamente en un amplio espectro de áreas de inversión, especialmente el riesgo crediticio. Pero dado que el número de default no era alarmante y que desde hacía tiempo no se registraban quiebras de relieve, los bancos le concedieron a los fondos private equity líneas de crédito y préstamos en condiciones muy generosas. Y todo esto condujo a una infravaloración del riesgo".

Tras tres meses de pasarse la pelota unos a otros, entre las autoridades de vigilancia, las empresas de rating, los bancos, los fondos de private equity y las instituciones que conceden préstamos fáciles, comienza por fin a salir a flote la realidad sobre la llamada "crisis de los créditos subprime".

Sueldo astronómico

Cincuenta y tres años, undécimo consejero delegado de Goldman Sachs desde su creación en 1869, Blankfein ocupa la cúpula de un coloso de las finanzas que, con 85.600 millones de dólares de capitalización bursátil, se sitúa en la cima de las big five de Wall Street.

Un papel de una enorme responsabilidad, que también tiene sus compensaciones. En su primer año al frente del banco, Blankfein ha ganado 54,3 millones de dólares. Es decir, 149.000 dólares al día o 6.200 dólares a la hora. Gracias a los resultados conseguidos hasta ahora, Goldman Sachs ha reservado, hasta finales de septiembre, casi 17.000 millones de dólares para premios y sueldos, es decir cerca de 565.000 dólares por dependiente.

Cifras muy elevadas, pero que los accionistas pagan con gusto. Porque los ingresos alcanzan, este año, los 40.000 millones de dólares, de ellos el 50% en el extranjero, y el título ha ganado un 50% en los últimos 12 meses.

Goldman es el único banco de Wall Street que ha anunciado, hasta ahora, un aumento de sus beneficios -2.850 millones de dólares- en el tercer trimestre, registrando incluso beneficios récord en el investment banking y sobre todo, en la renta fija, en el crédito y en las commodities, el grupo de actividades en el seno del cual se ha desarrollado la burbuja crediticia.

La clave está en la antelación

Pero también Goldman, como sus competidores, ha pagado el precio de la manga ancha con los fondos. De los 5.000 millones de dólares de devaluaciones de las financiaciones y de los créditos contabilizados en el trimestre por los bancos de Wall Street, 1.500 millones afectan directamente al imperio de Blankfein, que de los 52.000 millones de dólares en préstamos a los fondos concedidos en el trimestre ha perdido unos 2.500 millones.

A pesar de todo, Goldman ha batido las estimaciones de los analistas, protegiéndose de la crisis con mucha antelación en relación a sus competidores.

"Desde la primavera pasada -explica Blankfein- nos dimos cuenta de que el sistema estaba infravalorando excesivamente el riesgo y comenzamos a protegernos con hedging en las posiciones más expuestas a la crisis, teniendo siempre presente que asumir riesgos es nuestra misión y lo que nos piden nuestros clientes. Más aún, a menudo nos vemos obligados a adquirir activos que nuestros clientes quieren vender y también por esta razón ha sido fundamental para nosotros garantizarnos como siempre un alto nivel de liquidez".

Crisis inevitable

Blankfein evita los tonos triunfalistas. Incluso dice claramente que la fase de emergencia no ha terminado. "Estoy satisfecho de nuestros resultados -explica- , pero también muy cauto sobre el futuro. Los mercados sufrieron un fuerte correctivo, pero se aproximan nuevos ajustes. El mercado crediticio aún está afrontando grandes desafíos. Hay incertidumbre entre los inversores y todavía no ha salido realmente a la luz la cuantía de las pérdidas sufridas por los bancos con la caída de los créditos subprime. El riesgo sigue estando infravalorado y todavía hay 300.000 millones de dólares de financiación para operaciones de leverage buyout que están esperando ser colocados".

Blankfein es muy claro sobre un tema: la crisis actual no fue provocada sólo por el hundimiento de los créditos subprime. "La crisis de los subprime fue el factor desencadenante, pero el mercado estaba tan inflacionado de crédito a bajo coste que hacía inevitable la explosión de la burbuja. Si no hubiese pasado este verano, habría pasado más tarde. La graves distorsiones actuales del mercado crediticio son la auténtica cuestión sobre la que tenemos que volcarnos".

Y lanza su acusación al sistema financiero: "La verdad es que a todos nosotros nos costó demasiado también dimensionar en su justa medida el riesgo". Blankfein no duda en asumir sus responsabilidades. A su juicio, la adecuada apreciación del riesgo fue sacrificada por los bancos, Goldman incluido, sobre el altar de la competitividad.

Aprender la lección

"Alimentando la loca carrera de los private equity hacia la financiación de fusiones y adquisiciones y reduciendo los rendimientos de las deudas high yeld, hemos puesto en marcha los presupuestos del crac. Ahora, lo importante es aprender bien la lección y extraer las enseñanzas que refuercen la solidez de los mercados".

Blankfein admite que cambiar la situación no será nada fácil. Goldman Sachs, como los demás grandes bancos de Wall Street, se ha convertido en una financiadora agresiva de las operaciones de adquisición no sólo para conquistar más operaciones en pleno boom del M&A, sino también por la transformación estructural que se ha verificado en la industria de los servicios financieros.

"Ser sólo un gran asesor en las fusiones -explica- ya no basta. Si un banco de negocios no es capaz de ofrecer al cliente incluso la deuda necesaria para un take-over, se marginará inevitablemente. Junto a la asesoría, hay que prestar la financiación de los deal y la coinversión. En este modelo, los tres elementos se integran a la perfección".

Tampoco está de acuerdo Blankfein en que se presione a las agencias de rating. "Es un error atribuir la responsabilidad de la crisis sólo a ellas, aunque el mercado haya desconfiado de algunas de sus valoraciones. En realidad, los bancos vendieron los productos y los inversores los compraron. El responsable es, pues, todo el sistema".

Si el mercado no ha sufrido mayores daños por esta crisis se debe, según Blankfein, a la intervención de los bancos centrales, que ante la rápida subida de los tipos y la crisis de confianza en el sector bancario inyectaron en el sistema la liquidez necesaria para evitar el efecto dominó sobre la economía real.

Moraleja

La receta de Blankfein se inspira en el sentido común, una cualidad que, en los últimos 12 meses, ha brillado por su ausencia entre los banqueros de Wall Street: "Las enseñanzas de esta crisis son esencialmente tres: la gestión del riesgo debe volver a ser algo central en la actividad de los bancos con un hedging apropiado; la remuneración de los inversores que adquieren deuda debe ser adecuada al riesgo implícito de las operaciones, de la situación del mercado y del éxito o fracaso de las experiencias anteriores; el riesgo puede convertirse en una burbuja que explote de pronto por las causas más diversas".

Para Blankfein, hoy más que nunca es la liquidez de la que disponen los bancos la que marca la diferencia. "La liquidez permitió evitar pérdidas generadas por las ventas forzadas". Y por último, aunque no sea lo último, los controles internos. "Los controles deben ser cada vez más rigurosos y, mucho más, en los momentos de crisis. Durante el verano, cuando intuimos que la tempestad financiera iba a explotar, reforzamos la vigilancia sobre las actividades estratégicas".

Pero, según Blankfein, lo que hay que evitar sobre todo son las intervenciones normativas reguladoras y apresuradas. Como demuestra el caso de la ley sobre el ahorro Sarbanes-Oxley, el riesgo es el de cargar a las empresas con costes añadidos sin volver a dotar de fiabilidad al sistema.

"El exceso de reglas hace explotar los costes, penalizando al mercado y a las empresas. Estos días he oído hablar de cosas como un techo para las primas o para los préstamos para fusiones, nuevos órganos de vigilancia para los bancos y para las agencias de rating. Pues bien, no quiero excluir nada, pero no estaría mal tener también presente el valor de la libertad de movimiento de los capitales, que tienen que poder ir allí donde los inversores obtienen la justa remuneración del riesgo que asumen. Los capitales deben tener flexibilidad para garantizar la liquidez que los mercados necesitan".

Por su parte, Blankfein ya puso en marcha una estrategia prudente sobre las actividades más arriesgadas, como las de los hedge fund. El súper fondo especulativo Global Alpha de Goldman Sachs, un salón de las altas finanzas cuyos clientes son los hombres más ricos del mundo, llegó a perder 4.000 millones de dólares de una cuenta de 10.000 millones de dólares de la que se enorgullecía el año pasado. Sólo en el mes de agosto, Global Alpha perdió el 23% de su valor.

Algunos observadores denuncian la aproximación cuantitativa de Global Alpha, es decir la decisión de confiar las políticas de inversión -desde los préstamos a las adquisiciones y a las ventas- a modelos computerizados. Las ecuaciones del ordenador fueron utilizadas por los fondos para acumular posiciones en ciertos mercados, pero cuando la crisis explotó los hedge que utilizaban la misma aproximación cuantitativa tuvieron que liquidar los activos simultáneamente, con pérdidas en cadena.

"Nunca estamos contentos, cuando no satisfacemos las expectativas de los clientes. Estamos estudiando la lección de Alpha -explica Blankfein- y estamos abiertos a los cambios. Lo que está claro es que Alpha será gestionada como un fondo más pequeño y esto nos permitirá reacciones más rápidas a los cambios del mercado".

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