BBK ha confirmado hoy la ruptura de las negociaciones que en los últimos días habían establecido con Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), con vistas a crear un (SIP) Sistema Institucional de Protección, que le permitiría a CAM reforzar su solvencia y a BBK ganar tamaño en el conjunto del sistema financiero español.
Aunque inicialmente se barajó la posibilidad de que la asturiana Cajastur estuviera en las negociaciones, tal posibilidad no se planteó y se centró en una negociación a dos bandas. Este SIP o fusión fría es uno más de los que intenta CAM, entidad que vive una situación algo delicada y que trata de evitar actuaciones más decididas del Banco de España.
¿Tamaño o solvencia?
El corto "noviazgo" entre BBK y CAM se ha roto al discrepar totalmente sobre el reparto de pesos dentro de la futura SIP. Fuentes de la caja vizcaína indicaron que ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder la mayoría en dicha operación. CAM trataba de hacer valer su tamaño y BBK su mayor solidez financiera.
El verano pasado BBK anunció que estaba en disposición de comprar negocio financiero o plantearse operaciones corporativas, no por debilidad de sus cuentas, al contrario es la caja más solvente del sistema financiero español y la que mayor crecimiento tuvo en resultados el año pasado. La caja vizcaína lo que quiere es ganar tamaño en el nuevo mapa financiero que habrá de configurarse tras la reestructuración del sector.
Pero ante cualquier negociación, ya en octubre pasado, el presidente de BBK, Mario Fernández, dejó muy claro cuales serían las premisas básicas: no poner en riesgo la solvencia de BBK, no acudirían allá donde no se les quiera y preservar el control vizcaíno de BBK.
Queda patente que la pretensión de CAM de liderar la SIP resultante chocaba de lleno con las exigencias mínimas de la caja vizcaína.