
¿Nunca se ha preguntado por qué esa dichosa canción truena incesantemente cada cinco minutos en la radio hasta convertirse en un verdadero tormento? No hay que ser mal pensado, pero desde hace tiempo en EEUU se vigila muy de cerca a las grandes emisoras para evitar que caigan en la tentación de dejarse seducir por el fenómeno conocido como payola, una práctica ilegal en la que las discográficas pagan suculentas sumas de dinero para que los singles de turno de sus artistas más rentables no paren de sonar en las ondas.
Con este brutal descubrimiento, que se remonta a los años 50, muchas bandas de música y otros artistas han acabado de golpe y plumazo con su engordado egocentrismo o su mera satisfacción de escuchar su propia canción en los millones de emisoras que invaden el espectro radiofónico estadounidense.
La respuesta a la pregunta de qué es necesario para convertirse en estrella del panorama musical es sencilla: el respaldo de un gigante discográfico que esté dispuesto a desembolsar hasta 800.000 dólares para que el DJ de moda machaque hasta la saciedad una determinada melodía.
Garantia de éxito
De acuerdo con el ingente número de documentos derivados de distintas investigaciones llevadas a cabo al otro lado del Atlántico, las más importantes lideradas por el que fuera el fiscal general del estado de Nueva York, Elliot Spitzer, payola ha sido la fórmula mágica que ha hecho que numerosos artistas nominados a los premios Grammy hayan podido optar a tan preciado galardón.
No es de buena educación señalar con el dedo pero la canción Daughters de John Mayer o la banda Maroon 5 son algunos de los casos en los que esta extendida forma de soborno se ha traducido en un éxito seguro que les reportó a ambos artistas un éxito sin precedentes, ventas y, como no, sendas gramolas de oro.
Por supuesto, hay que reconocer que en estos casos la mayor parte de los cantantes y bandas musicales no tienen ni la más mínima idea de que su ascenso al olimpo del éxito ha estado catapultado por un empujón económico ilegal propiciado por sus propias compañías de discos.
Muchas discograficas implicadas
Muchas han sido las discográficas que se han visto salpicadas por este seductor plan. Sony BMG y Warner Music ya han desembolsado un total de 15 millones de dólares después de que Spitzer descubriera que ambas discográficas habían abusado de numerosas emisoras de radio seduciéndolas con regalos y grandes sumas de dinero.
Pese a los estragos que Internet ha provocado en la industria y a la aparición de nuevas formas de escuchar música, como los iPods y sus conocidos podcasts, la promoción radiofónica sigue siendo el pulmón más importante para que un artista pueda mantenerse a flote en el mundo de la música.
Bajo la regulación estadounidense, una radiofórmula puede recibir dinero por poner una canción en antena siempre y cuando se dé a conocer este hecho, especificando que es el resultado de una promoción o patrocinio y no es parte de una reproducción regular de la emisora.
Aún así, dada la fuerte influencia de muchas cadenas de radio y la imposibilidad de muchos artistas de acceder a ellas, se ha fomentado enormemente el desarrollo de esta moneda de cambio que, en realidad, limita aún más el acceso a bandas o cantantes que no cuenten con el respaldo de una discográfica que esté dispuesta a pagar por debajo de la mesa para que su producto llegue a los oídos de la gente.
La primera multa, hace un mes
Pese a que esta práctica lleve ejerciéndose desde hace décadas, no fue hasta hace menos de un mes que la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU impuso una multa de 12,5 millones de dólares a cuatro estaciones de radio por haberse visto envueltas en este tipo de prácticas.
Así, tanto Clear Channel Communications como CBS Radio, Entercom Communications y Citadel Broadcasting se han comprometido a pagar dicha cantidad y prohibir que el total de sus 1.653 emisoras vuelvan a caer en la tentación de recibir cualquier tipo de aliciente por hacer sonar una canción.
Por otro lado, dichas compañías de radio se han comprometido con la Asociación Americana de Músicos Independientes a ofrecer cerca de 8.400 segmentos de media hora de duración para facilitar el acceso a las ondas a artistas locales y alternativos.
Aún así organizaciones como Industry Ears, no están de acuerdo con estas multas "ya que al fin y al cabo son cantidades irrisorias para cuatro grandes compañías como estas", afirma el presidente de la entidad, Paul Porter. "Es necesario imponer una normativa que realmente frene este tipo de prácticas en la industria musical", añade.