La sucesión del presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) no está resultando un proceso tan pacífico como a simple vista parece, sino todo lo contrario, ya que hay un creciente malestar en un buen número de entidades por el modo en que Juan Ramón Quintás está organizando su relevo.
Rompiendo la tradición, el presidente ha sondeado a varias cajas para impulsar la candidatura de Amado Franco, presidente de Ibercaja, meses antes de que se abra el proceso oficial para proponer sucesores. No sólo eso.
Quintás, excusándose en la crisis financiera, quiere romper el protocolo y proclamar a su sucesor el próximo mes para compartir el puesto durante dos meses hasta mayo, fecha en la que tiene que abandonar el cargo que ocupa desde 2002.
La tradición marca que unos 15 días antes de que se materialice la salida del presidente, el consejo estudie el tema y por unanimidad se proclame el sucesor, que después es ratificado por la Asamblea, sin que se contemple un periodo en el que los dos compartan el cargo, según fuentes de varias entidades que prefieren no identificarse.
El cambio en el método de la elección, decidido de manera unilateral por Quintás, es el motivo principal del enojo en el seno de la CECA.
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