
Aunque mantuvo un rictus prácticamente impasible el pasado miércoles, Gerardo Díaz Ferrán pasó uno de los momentos más duros de su vida empresarial durante la hora y cuarto que duró la rueda de prensa que dio tras el cierre de AirComet.
El presidente de la patronal no hacía más que repetirse a sí mismo (en alto, pero a símismo) que era la crisis más dura que recordaba en los cuarenta años que lleva de trayectoria empresarial. Nunca se ha vivido en España una cerrazón tan fuerte de los bancos. Y de experiencias como empresario, Díaz Ferrán podría escribir un extenso libro.
Empezó como lo suelen hacer la mayoría de los emprendedores: desde abajo. Su primer trabajo era de cobrador de billetes para la empresa de autobuses de su padre y la experiencia no le debió desagradar en demasía porque años después, en 1967, montó su primera empresa de autobuses. Su socio era Gonzalo Pascual, al que conoció en la universidad mientras estudiaba ingeniería técnica industrial, una formación que poco o nada ha tenido que ver con su posterior trayectoria.
La apuesta no le salió del todo mal a este madrileño de 67 años porque durante las próximas cuatro décadas compartió aventuras empresariales con Pascual. De hecho, en los últimos años son los hijos los que comienzan a despuntar en ambas sagas. Ignacio Pascual, como consejero delegado de AirComet, y Gerardo Díaz Santamaría, como consejero delegado de Trapsa.
La empresa de autobuses era una gran desconocida en ese momento. Aunque en el imperio que ha creado en cuarenta años han destacado otras compañías como Viajes Marsans o la ya vendida Pullmantur, Díaz Ferrán tiene un gran cariño a la primera empresa que fundó. Pero ni siquiera el aprecio puede con la crisis. La búsqueda de liquidez del grupo Marsans le ha obligado a poner en venta también su legendaria empresa de autobuses. Si el grupo Avanza (la antigua AutoRes) llega a un acuerdocon ellos,Trapsa podría cambiar de manos en breve.
La empresa nació gracias a la financiación familiar: 25 millones fueron prestados por su padre y el resto los puso el clan de los Pascual. Trapsa también podría acabar de ser de los dos socios por los problemas de liquidez que arrastra Marsans.