Los rumores venían circulando por el sistema mediático desde hace tiempo, y hoy se han consolidado definitivamente: la irrupción de la TDT -gratuita y de pago-, que representa un gran cambio en la oferta audiovisual de este país, y la precariedad de las cuentas de resultados de las operadoras más jóvenes -la Sexta y la Cuatro- pusieron la música. Pero tras el acuerdo de hoy, parece que se acabó la melodía e incluso el baile para Prisa en el sector audiovisual.. y muy concretamente para su estratega, Juan Luís Cebrián.
La 'absorción' de Cuatro por Telecinco (TL5.MC) -descartada definitivamente la hipótesis de una fusión por afinidad 'ideológica' entre La Sexta y la Cuatro, ayuda a Prisa (PRS.MC) a empezar a resolver el problema planteado por aquel crédito puente de 1.800 millones con que el holding fundado por Polanco adquirió el 100% de Sogecable, una absurda operación que todavía nadie ha conseguido explicar.
Los detalles de la alianza Prisa-Mediaset (MS.IT) no se conocen completamente -aunque se ha anunciado la creación de una nueva sociedad conjunta que aglutinará a Tele 5 y Cuatro-, pero ya es evidente que Cebrián, el estratega de Prisa, queda absolutamente desacreditado.
Berlusconi ha sido y sigue siendo la bestia negra de los medios de comunicación de Prisa, y sólo el estado de necesidad de Prisa puede explicar esta claudicante operación a la desesperada. Todo indica, en fin, que la absurda disputa que Cebrián ha mantenido con el Gobierno en general y con su presidente en particular se ha saldado con el estrepitoso fracaso del ilustre periodista.
Además, se trata de un final sumamente doloroso para alguien que apostaba por el negocio audiovisual y que, finalmente, se ha visto sepultado por el mismo.
Siempre quedará El País
Efectivamente, en la estrategia de 'palo y zanahoria' de Cebrián con el Gobierno, olvidó -quizás por un exceso de soberbia empresarial, quizá por sobrevaloración de la capacidad de prescripción del otrora 'cañón Bertha' del grupo, el diario El País- que tenía un punto débil: la gigantesca deuda del grupo en particular... y que la misma provenía de las desventuras audiovisuales del mismo.
Con esta fusión, además, lo único que le queda a Prisa es una exigua participación del 18,3% de Telecinco -poco podrá influir ahí Cebrián- y otra de alrededor del 50% en Digital + -cuya capacidad de crear opinión pública es ya de sobra conocida...- Con la firma de este acuerdo, parece que Cebrián ha cerrado también su carnet en el baile 'audiovisual' aunque siempre, claro, le quedará el mencionado El País...
Item más: con esta 'fusión' -y nunca mejor dicho entre comas simples-, el panorama político se presenta inusitadamente despejado para Zapatero, que pierde de vista la irrupción y consolidación analógica de un grupo mediático afin a la 'vieja guardia' socialista y poco amigo de 'bailar el agua' al posmodernismo que supone la 'nueva vía' del PSOE, el presidente y sus amigos.
Faltan Lara y Roures
Finalmente, La Sexta de Roures y Antena 3 de Lara anunciaron negociaciones -y fuentes fidedignas dicen que han conseguido un principio de acuerdo- para una integración empresarial, en el que Antena 3 controlaría el 80% del negocio aunque las dos cadenas conservarían su autonomía de gestión, sus señas de identidad y su línea editorial.
Esta alianza resolvería los problemas financieros de Mediapro -las deudas del holding de Roures superan los 3.000 millones, en gran medida a causa del acopio de derechos deportivos y cinematográficos- y dejaría sin resolver las posibles trabas 'ideológicas' -de nuevo- de la fusión de estos dos gigantes... si es que las hubiera.
En el fondo, Lara, un audaz empresario sin clasificar, ya había demostrado la supremacía del negocio sobre los ingredientes ideológicos al controlar simultáneamente La Razón y Avui, dos periódicos diametralmente opuestos, podrá acudir a este maridaje con la visión más centrada en el negocio y escasas preocupaciones, en un momento de crisis como este, en los 'colores' editoriales resultantes.
Así las cosas, y en contra de muchas hipótesis lanzadas últimamente, la unión empresarial en marcha no tiene por qué representar un cambio importante en el actual equilibrio ideológico del audiovisual español.