El Ministerio de Fomento ha perdido su primer pulso con Hacienda. Tras meses de negociaciones, encuentros y debates, la cartera que dirige Elena Salgado ha dejado en la cuneta una nueva figura societaria, bautizada como empresas mixtas, sobre la cual José Blanco esperaba construir gran parte de la recuperación económica del país.
Este nuevo tipo de compañías iba a tomar carta de naturaleza dentro de la nueva Ley de Captación de Financiación en los mercados por los concesionarios de obra pública, e iba a permitir que el Estado y las empresas privadas crearan compañías conjuntas para construir y gestionar obra pública, sobre todo carreteras, aunque el abanico de posibilidades estaba abierto a cualquier proyecto.
Sin embargo, en el último momento, Hacienda ha echado por tierra los planes de Fomento y, en el documento definitivo que aprobó el Consejo de Ministros el pasado viernes, ha dejado fuera a las sociedades mixtas. Detrás de este movimiento se esconden los recelos del Ministerio de Economía, que teme recibir un futuro tirón de orejas de Bruselas.
La postura que defiende el gabinete de Elena Salgado pasa por limitar la participación pública en estas sociedades a un 10% del capital, mientras que las empresas constructoras piden que el peso del Estado supere el 50%. Pero, con los porcentajes que demanda el sector, Bruselas podría terminar obligando a España a reconocer la deuda de esas sociedades como déficit.
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