Cuando recuperó el trono de la República de Italia, en abril de 2008, Silvio Berlusconi prometió retomar sus planes para construir un puente que uniera la bota de Europa con Sicilia. Pero el tiempo pasaba y nunca terminaba de cumplir su palabra. Hasta ayer, cuando su Gobierno aprobó un plan de actuaciones a cuatro años, dotado con 14.000 millones de euros, dentro del cual se incluye el Puente de Messina.
Esta faraónica obra había sido ganada, en octubre de 2005, por un consorcio formado por Sacyr (SYV.MC) (18,7%), Impregilo (45%) y otras empresas de menor tamaño (36,3%), que ofrecieron 3.880 millones de euros a cambio de hacerse cargo de la obra.
Su adjudicación fue una de las últimas decisiones que tomó Berlusconi en su anterior mandato. Sin embargo, los trabajos de la nueva infraestructura nunca llegaron a arrancar, debido a la oposición del siguiente mandatario, Romano Prodi, al proyecto. De hecho, en el programa electoral que le dio la presidencia del país incluía como promesa paralizar esta obra, y la cumplió nada más ascender al poder, en mayo de 2006.
Seis años de trabajo
Según explican fuentes de Impregilo, el plan aprobado ayer por el Gobierno italiano supone el arranque definitivo del Puente de Messina, prácticamente bajo el mismo esquema que se aprobó hace cuatro años. No obstante, todavía quedan varios flecos pendientes.
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