Mucho se ha escrito y alabado el sistema financiero español como uno de los que mejor ha aguantado el chaparrón. Sin embargo, hay otro país donde los bancos no han recibido ni una sola ayuda de su gobierno: Canadá.
Análisis recientes tanto del diario The Wall Street Journal como de la revista inglesa The Economist señalan las diferencias entre el sistema financiero canadiense y el de su vecino del sur, Estados Unidos, epicentro de la crisis de crédito y donde los bancos han tenido que recibir mayores ayudas estatales junto al Reino Unido.
Los resultados están ahí. Todos los bancos canadienses han sido rentables en el último trimestre, justo cuando lo peor de la crisis financiera estaba afectando a los bancos de todo el mundo. Además, ninguno de ellos tiene nada de intervención estatal (aunque el Gobierno sí que ha comprado créditos asegurados por valor de 55.000 millones de dólares) y su sistema ha sido alabado tanto por Barack Obama como por Paul Volcker, que hace menos de un mes señalaba que el sistema americano se debería parecer al canadiense.
Las razones de la buena salud son variadas, aunque el semanario británico resalta las diferencias culturales. Citando a un banquero que conoce ambos países, "Estados Unidos tiene un mayor apetito por el riesgo". Tanto The Economist como el WSJ destacan el caso de Toronto-Dominion (que llegó a estar entre los 10 bancos del mundo que más activos titulizados tenía), que decidió en 2005 abandonar los productos estructurados complejos (los famosos activos tóxicos) ya que, según su CEO, Dominique Clarke, eran demasiado complejos.
La regulación
Después está el tema de la regulación. Pero más que la regulación bancaria propiamente dicha, las mayores diferencias (que pueden ser además de donde se produzca la ventaja de los bancos canadienses) viene de la regulación hipotecaria.
Primero, los intereses de las hipotecas pueden ser deducidos en Estados Unidos (y en otros países como España), mientras que en Canadá no, lo que invita a la gente a endeudarse menos. Segundo, en Canadá, los hipotecados responden con otros activos más allá de su casa (como en el Reino Unido y España), mientras que en EEUU tan sólo se responde con la casa.
Además, tal y como explican ambas publicaciones, en Canadá todas las hipotecas que superen el 80% del valor de la vivienda tienen que tener un seguro, pagado por el hipotecado y que no es deducible, con una agencia federal, la llamada Canada Mortgage and Housing Corporation. Los bancos tienen, además, que asegurar el resto con esta misma agencia, que opera de manera muy distinta a Fannie Mae y Freddie Mac, que comprando las hipotecas fomenta la titulización, algo que no sucede con el sistema canadiense.
En cuanto a la regulación bancaria propiamente dicha, tampoco hay grandes diferencias. Ninguna ley en Canadá prohíbe o limita expresamente la posesión de productos estructurados. Tampoco hay regulación sobre los riesgos. La polémica ley Glass-Steagall (que impedía que bancos comerciales tuvieran bancos de inversión), eliminada por Estados Unidos en 1999, también fue eliminada mucho antes en su versión canadiense. Tan sólo hay diferencias en el ratio de endeudamiento, pero tampoco demasiado grandes como para explicar la salud del sistema canadiense.
Por último, la estructura del propio sistema. En Canadá, los cinco mayores bancos forman un oligopolio. Esto acaba con la competencia, y las entidades hipotecarias independientes no dan ni una tercera parte del total de las hipotecas. En EEUU, dan el 70%. Tener menos bancos también deja más claro cuáles son demasiado grandes para caer, lo que supone una supervisión más estricta y cercana.