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Los siete pecados capitales que comete el directivo actual

  • La innovación un factor diferencial en la excelencia
Imagen de Thinkstock

En el momento actual, sumamente crítico, los directivos deben poseer una serie de puntos básicos que les permitan alcanzar la excelencia. Sin embargo, no es fácil de conseguir. ¿Cuáles son los principales fallos que comenten en la actualidad los directivos españoles? ¿Qué prácticas de gestión no se están poniendo en marcha?

La consultora Setesca, especializada en el incremento de valor de las empresas y proyectos de mejoras de procesos, ha llevado a cabo un análisis con el fin de detectar los siete pecados capitales que cometen los directivos actuales en su gestión.

1. No cumplir los objetivos

Muchos directivos tienen tendencia a relativizar o a interpretar los objetivos de la propiedad o del consejero delegado. Esto provoca graves ineficiencias en la gestión ya que se pierde el foco en lo importante. Aunque sea una obviedad toda la organización debe alinearse en conseguir los objetivos marcados por los principales responsables de la misma.

2. No innovar

La innovación un factor diferencial en la excelencia, una vez agotados los caminos tradicionales de gestión. Buscar constantemente la innovación para encontrar fórmulas diferenciales respecto a la competencia.

3. No mejorar

La autocomplacencia es el peor enemigo del directivo, ya que no avanza todo lo que puede en la mejora de su ámbito de responsabilidad y lo que es peor, lo hace impermeable a nuevas tendencias y oportunidades que favorecerían al negocio.

4. No comunicar

Los resultados a conseguir y los resultados conseguidos deben saberse expresar de forma clara, eficaz y concreta a colaboradores, compañeros, superiores y terceros.

5. No considerarse un centro de beneficio

La excelencia se consigue cuando todo directivo considera su posición como un centro de beneficio y no un centro de coste. Todas las posiciones en la empresa pueden orientarse a aportar más y no solamente aspirar a recortar.

6. No ser humilde

Escucha activa y humildad. La perfección en la gestión solamente se alcanza desde la humildad de reconocer que siempre se puede dirigir mejor y desde la prudencia de tener en cuenta las mejores prácticas ya realizadas.

7. No tener determinación

El directivo excelente es aquel que defiende su visión de negocio y su criterio siendo coherente en sus acciones y en sus consecuencias.

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