Editoriales

¿Por qué esta demonización injusta de las sicav?

En la recién terminada precampaña, el ataque a las sociedades de inversión de capital variable (sicav) volvió a ser protagonista, sobre todo, gracias a los partidos emergentes. Estos se han sumado a la inercia, basada en el desconocimiento, que busca denostar de forma general estos vehículos, considerándolos una artimaña para que los grandes patrimonios evadan impuestos.

Sorprende que el PP se deje seducir también por esta vía de obtención de votos, al incluir en su programa una propuesta que obligará a todo partícipe de una sicav a tener un peso mínimo superior al 0,55% del capital. Ese porcentaje se traduce en una aportación media de, al menos, 28.500 euros. Los populares alegan que, con esta medida, se asegura que las sicav sean un verdadero instrumento de inversión colectiva.

Sin embargo, al situar tan alto el listón de entrada, lo único que conseguirán, paradójicamente, es disuadir a la mayoría de los pequeños inversores que estuvieran interesados en este tipo de sociedades. No en vano esos 28.500 euros de mínimo privarán a muchos de ellos de toda capacidad de conservar recursos para diversificar su inversión. De este modo, encontrarán vedado su acceso a unos instrumentos que ahora no sólo están al alcance de los ricos, ya que cotizan en el Mercado Alternativo Bursátil, y ofrecen una alta rentabilidad (6% de media en los últimos tres años, frente al 5,17 de los fondos a largo plazo).

Pero, sobre todo, el PP contribuirá así a la demonización de estas sociedades por unos supuestos privilegios fiscales que no son tales, ya que el gravamen del 1% que soportan en Sociedades (hasta que se venden las participaciones) es idéntico al que rige en los fondos de inversión.

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