Editoriales

Un método para subir la inflación

En la imagen, la ministra de Empleo, Fátima Báñez.

Después de dos años de congelación, el Gobierno estudia elevar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). La propuesta que Empleo defiende, y a la que Hacienda no se opone, implica una subida moderada, inferior al 1%, que llevaría esa renta desde los 645,3 euros mensuales actuales hasta 651 pero que podría tener un efecto mayor en términos políticos en 2015.

No en vano el próximo será un súperaño electoral, con comicios municipales, autonómicos y generales que el Gobierno parece estar anticipando con un giro hacia políticas más sociales, entre las que se encuentra también la luz verde a una nueva ayuda para parados de larga duración.

Ahora bien, más allá de especulaciones sobre intención de voto, lo cierto es que el Gobierno reconoce que España ya afronta un escenario difícil en lo que a la evolución del IPC concierne. En noviembre descendió un 0,4% interanual, encadenando cinco meses de registros negativos. La evolución del petróleo, que ayer bajó de los 59 dólares por barril Brent por primera vez desde 2009, implica varios meses más de IPC bajo cero (llegando al entorno del 0,8% negativo) lo que supone un contexto muy cercano a la deflación.

En esta situación, una pequeña elevación del SMI tiene un alcance que sobrepasa a las cerca de 125.000 personas que perciben directamente esta renta mínima, ya que también servirá de referencia en las negociaciones de convenios colectivos que se llevan a cabo en el sector privado. El efecto final será un impulso al consumo, y con él a la inflación, sin por ello comprometer la tendencia general a mantener la moderación salarial, que tan decisivo papel desempeña en la ganancia de competitividad.

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