El recibo de la luz va a seguir subiendo en 2014, por lo menos un 2%, a pesar de los notables incrementos que ya ha experimentado la factura que pagan empresas y usuarios particulares en 2013. Ayer el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, reconoció a representantes de sindicatos y pymes que la decisión de Hacienda de no aportar los 3.600 millones que le corresponden para paliar el déficit de tarifa van a tener consecuencias. Tiene razón Nadal y hace bien en reconocerlo, porque la ruptura de acuerdos siempre acaba cargando los costes sobre alguna de las partes.
En la difícil gestación de la reforma energética se había llegado a un pacto con las empresas del sector para que el coste del agujero energético se dividiese entre las compañías, los usuarios y los presupuestos del Estado. Los dos primeros han cumplido, pero Hacienda al final se ha descolgado del compromiso con el argumento de que primero debe atender a la prioridad de cumplir el objetivo de déficit.
Montoro hace equilibrios en estos días para no superar el 6,5% a final de año y como los ingresos no crecen tampoco puede incrementar más el gasto. Al final se han cargado los 3.600 millones de la parte del Estado sobre las empresas. Para evitar el impacto sobre los balances de las compañías del sector, Hacienda avala esta cantidad, aunque está por concretar el mecanismo por el que se realizarán las nuevas colocaciones.
Con independencia del sistema que se utilice, está claro que finalmente la carga recaerá sobre los usuarios -como ha tenido el valor de reconocer Nadal- y sobre la competitividad empresarial. Que el déficit de tarifa no se incluya en los presupuestos no significa que no sea un agujero pendiente que al final tendremos que pagar.