
El exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad se perfila como el candidato a la Presidencia de Brasil por el Partido de los Trabajadores.
El Tribunal Supremo Electoral ha dictaminado que el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, en prisión, no podrá presentarse a las elecciones al haber sido condenado por corrupción. Si bien quedan alternativas -un recurso extraordinario-, su candidatura parece estar definitivamente liquidada.
La probable salida de Lula de la carrera presidencial aumenta la incertidumbre en tiempos convulsos debido a la crisis institucional por los escándalos de Lava Jato y justo cuando el gigante sudamericano empieza a salir de una profunda recesión. Haddad se presenta como un continuador y promete "traer de vuelta el Brasil de Lula". Representa el ala moderada del PT y se ha reunido con empresarios y banqueros. Formaría un frente unido con partidos de centro para evitar el despegue del ultraderechista Jair Bolsonaro, segundo en los sondeos.
Un sector importante del PT se empeña en estirar lo máximo posible la idea de la candidatura de Lula. No obstante, dado el escaso tiempo hasta la primera vuelta, el 7 de octubre, gana adeptos la tendencia de apurar la entronización de Haddad. Sus aliados abogan por una sustitución rápida para facilitar una transferencia del apoyo de Lula. El expresidente lidera todas las encuestas con una intención de voto cercana al 40 por ciento. Haddad no acumula hasta ahora más que el 8 por ciento de respaldo. A pesar de ello, el PT apuesta por su capacidad de convencer a los electores de que es "el candidato de Lula".
De perfil continuista, recaba apoyos para frenar a la ultraderecha
Haddad es relativamente conocido entre las clases medias urbanas de la región sudeste de Brasil, más desarrollada. Sin embargo, entre los humildes campesinos del noreste, donde Lula se movía como pez en el agua, aparece como una figura lejana. Tiene 55 años y es de origen cristiano libanés. Aunque militante en la izquierda desde joven -se unió al PT a los 20 años- no fue hasta 2005 cuando asumió un cargo de mayor rango. Como ministro de Educación durante los gobiernos de Lula y su sucesora, Dilma Rousseff, fue el artífice de una de las banderas de esos Ejecutivos: la democratización de la enseñanza. Tras renunciar al cargo se convirtió en alcalde de Sao Paulo, lo que logró en segunda vuelta con el lema un hombre nuevo para un tiempo nuevo. Tuvo que hacer frente a las protestas juveniles de 2013 contra la subida del precio del autobús, que derivaron en una movilización nacional sin precedentes contra la clase política en general. El joven alcalde, campechano e intelectual a un tiempo, capeó las polémicas con temple y buen humor, lo que le valió el apodo de Haddad Tranquilão. Pero en la campaña para la reelección en 2016 ni siquiera alcanzó la segunda vuelta.
A principios del mes pasado, el PT anunció que Haddad, hasta entonces coordinador del programa de Gobierno del PT, sería el compañero de fórmula de Lula. Desde la propia formación se apuntó a Haddad como posible sustituto si finalmente era inhabilitado. Es un reconocido intelectual de la Universidad de Sao Paulo, y según el periódico Folha de São Paulo su gran desafío es precisamente tratar de desprenderse de esa imagen al menos en parte y acercarse al expresidente. Para esto ya ha puesto en marcha tres estrategias.
Compañero de fórmula de Lula, el todavía candidato a vicepresidente se ha acreditado como abogado de Lula para tener libre acceso a la celda en Curitiba, se ha acercado al círculo de confianza del expresidente y se ha integrado en la vida partidista. El otro reto, al igual que le pasó a Rousseff, es que tendrá que cargar para siempre con el peso de la comparación con su mentor.
La edil de Porto Alegre del Partido Comunista Manuela D'Ávila sería la compañera de fórmula de Haddad. Iba a ser la candidata presidencial comunista, pero en el último instante su partido desistió de tener postulante propio. El gran interrogante es saber si la expectativa del PT en términos de transferencia de votos va a convertirse en realidad en una campaña sin la presencia física de Lula.
Ante la gran incertidumbre que envuelve estos comicios apenas unos leves indicios arrojan algo de luz. Por un lado, es verdad que alrededor del 50 por ciento de los potenciales votantes de Lula afirma que optarían por quien éste designe sucesor. Por otro, al bajo nivel de conocimiento aludido se añade la fragmentación extrema del escenario electoral. Detrás de Lula, ningún aspirante supera una intención de voto del 20 por ciento, lo que vuelve a hacer factible la idea de que Haddad consiga pasar a segunda vuelta.
Haddad no puede seguir presentándose como el segundo de Lula. Necesita ser presentado como candidato ya. No puede hacer a medias una campaña de por sí corta. A partir de este momento cada día en que no se postule de manera oficial puede significar un día perdido para el PT.
Haddad nació el 25 de enero de 1963 en Sao Paulo, es de origen libanés, casado, y con dos hijos. Es licenciado en Derecho, máster en Economía y doctorado en Filosofía. Ha publicado cinco libros y fue ministro de Educación de Brasil de 2005 a 2012 y alcalde de Sao Paulo de 2013 a 2017.