
El Banco de España concluye, en su último informe trimestral de coyuntura, que en este segundo trimestre de 2018, la aportación del sector exterior al PIB ha sido nula, algo que atribuye directamente a las crecientes tensiones comerciales en los flujos internacionales y al menor vigor de la economía mundial, y que reedita lo ya sucedido en el primer trimestre, cuando también se registró una aportación nula del sector exterior al crecimiento.
Eso no significa que las exportaciones no estén creciendo con vigor, o que la balanza comercial esté en peor situación que en el mismo período del año pasado, sino que refleja que lo que está impulsando el crecimiento español es la demanda interna, lo cual impulsa las importaciones de forma indirecta. Como apunta el profesor del CEF Juan Fernando Robles, "los factores que están elevando el valor de las importaciones están relacionados con el alza del petróleo y la satisfacción de la demanda interna, unida a la inestabilidad comercial internacional y un cierto debilitamiento de la economía mundial".
La situación refleja, según los expertos consultados por elEconomista, que la fortaleza de la demanda interna, unida al debilitamiento global, y a la incertidumbre sobre las ofensivas comerciales del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, están anulando la contribución del sector exterior en el perfil del crecimiento de la economía española. De hecho, desde que el polémico líder republicano puso sobre la escena internacional sus amenazas proteccionistas, en trimestres puntuales, el sector exterior ha mostrado la debilidad que ahora se ha instalado en el primer semestre del ejercicio.
La situación se puede extrapolar al conjunto del año, según se desprende del último informe trimestral de coyuntura publicado por el supervisor. La información disponible del segundo trimestre, indica, "apunta a una aportación nula de la demanda exterior al crecimiento intertrimestral del PIB, similar a la observada en el trimestre precedente". En términos interanuales, prosigue, "la contribución de la demanda exterior se moderaría, hasta hacerse prácticamente nula, con un trasfondo en el que se habría atenuado algo el vigor de la economía mundial, lo que estaría vinculado a la creciente incertidumbre asociada a la escalada de las tensiones comerciales".
Desde que España salió de la recesión a finales de 2013, la demanda exterior ha sido un factor fundamental en su crecimiento. Hasta tal punto es así, explica el economista Javier Santacruz, que "por primera vez en su historia, creciendo por encima del 3% ha conseguido un superávit de más de 20.000 millones anuales en sus cuentas exteriores, un 2% del PIB, situándose junto con Holanda y Alemania como la economía más ahorradora de la eurozona".
Esto ha roto con la tradición económica española de crear déficits abultados en la balanza por cuenta corriente cada vez que la economía entra en una fase expansiva del ciclo, ya que el crecimiento del consumo o la inversión dependían primero de un tirón de las importaciones, sin que las exportaciones pudieran equilibrar la balanza, explica el investigador de la Universidad de Essex.
Sin embargo, para que la balanza continúe equilibrada, es necesario un crecimiento sólido y sostenido de las exportaciones y eso depende, por un lado, del crecimiento de la economía mundial y de la eurozona en particular (dos tercios de nuestras exportaciones van a países de la zona del euro) y, por otro lado, de mantener un ritmo acelerado de llegada de turistas tanto en número como en términos de gasto. Y este modelo, como señala el Banco de España, está mostrando señales de agotamiento, observando una ralentización de las tasas de crecimiento de las exportaciones y del ritmo de llegada de turistas extranjeros.
Así, el informe del organismo encabezado por Pablo Hernández de Cos destaca que pese a la aún incompleta información acerca de los flujos de comercio exterior del segundo trimestre, la situación apunta a una prolongación de la atonía del comercio exterior observada en el primero. Y conecta esta debilidad con la menor fortaleza del comercio global en lo que va de año, que ha contenido el avance de las exportaciones, además de un posible efecto retardado de la apreciación que el euro tuvo contra el dólar a principios de este año.
Esta situación debilita, en consecuencia, la importancia del sector exterior para el crecimiento de la economía española y, por ello, esta podría verse resentida. Sin embargo, como destaca el supervisor, la fortaleza de la demanda interna está compensando la menor aportación del sector exterior y está siendo la palanca que tira del PIB, que avanza al 0,7% trimestral y se mantiene en el 3% interanual. Todo el terreno que ganan el consumo y la inversión interna, es el que pierde el sector exterior.