
En el acelerado pulso arancelario instigado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los principales fabricantes de coches alemanes han movido ficha. Visto que Washington no ha mostrado arrepentimiento alguno a la hora de imponer gravámenes a otros productos, como paneles solares, lavadoras, el acero o el aluminio, la industria automovilística se postula como su próxima baza de ataque.
De hecho, el Departamento de Comercio ya ha iniciado una investigación al respecto para determinar si algunos de los socios de EEUU ponen en peligro la seguridad nacional con los porcentajes con los que tasan a los vehículos procedentes de territorio americano. Gravámenes que el propio Trump ya ha criticado abiertamente con sus miras puestas particularmente en Alemania.
Es por ello que las principales automotrices germanas, que generan más de 116.000 empleos en suelo estadounidense, han mostrado su respaldo a la incitativa que busca eliminar los aranceles entre la Unión Europea y EEUU a los coches. El embajador estadounidense en Alemania, Richard Grenell, habría presentado esta propuesta como parte de un pacto más amplio durante la jornada del miércoles a la administración Trump, según informaciones que adelantó The Wall Street Journal.
Ross: "Si la UE redujera su arancel del 10% en autos y camiones estadounidenses, sería un primer paso positivo hacia un comercio más justo y recíproco"
Es importante destacar que de materializarse esta propuesta, la UE elminaría el gravamen del 10% a los coches estadounidenses y Washington haría lo propio con el 2,5% que tasa en estos momentos. Además, del lado americano también se debería fulminar el conocido como Chicken Tax, o impuesto del pollo, que impone una tasa del 25% a las importaciones estadounidenses de camiones ligeros (que incluyen desde camionetas a furgonetas).
En las últimas semanas, Grenell ha mantenido reuniones a puerta cerrada con los directivos de todas las principales compañías automovilísticas alemanas, incluidas reuniones bilaterales con los directores generales de Daimler AG, BMW AG y Volkswagen AG, que cuentan con fábricas en suelo estadounidense.
Precisamente, el jueves, Daimler se convertía en el primer gran fabricante en lanzar un profit warning como consecuencia de los tambores de guerra que truenan entre Washington y Pekín. Recordemos que Trump planea imponer aranceles de entre el 25% y el 10% a productos chinos por un valor que llegaría a ascender hasta casi medio billón de dólares si la administración de Xi Jinping sigue apostando por aplicar la Ley del Talión en sus negociaciones.
Daimler, el dueño de Mercedes-Benz, señaló que los beneficios este año de las ventas de sus automóviles debieran quedarán "ligeramente por debajo del año anterior".
Si EEUU elimina aranceles a parte del sector automovilístico de la UE, parte de la base de votantes de Trump saldrían perjudicados
La compañía hablaba de factores "decisivos" como una menor venta de SUVs como costes superiores a los esperados "debido al aumento de los aranceles de importación de vehículos estadounidenses al mercado chino", dijo la compañía.
"Alemania tiene el enfoque correcto para resolver este desacuerdo comercial entre amigos", indicó el secretario de Comercio estadounidenses, Wilbur Ross, en declaraciones recogidas por el Journal. "Si la UE redujera su arancel del 10% en autos y camiones estadounidenses, sería un primer paso positivo hacia un comercio más justo y recíproco".
Dicho esto, la pega es que los europeos también quieren que el impuesto estadounidense del 25% sobre las importaciones de camionetas, vehículos utilitarios deportivos y camionetas grandes sean reducidos o eliminados. Si esto ocurriera, este gravamen creado por la administración de Lyndon Johnson podría dejarse notar en algunas de las automovilísticas estadounidenses y sus trabajadores, parte crucial de la base de votantes de Trump.