
Agotado ya el primer trimestre del año, y en ausencia de un acuerdo entre la patronal y los sindicatos que recomiende una subida salarial para 2018, el incremento retributivo medio pactado en los convenios colectivos registrados hasta marzo alcanzó el 1,53%. Esta cifra supone el mayor aumento de los últimos siete años, pero es un 60% inferior a la registrada en 2008, el último ejercicio de expansión de la economía española, previo a la crisis financiera mundial que acabaría dando lugar a la Gran Recesión en toda Europa.
Una década después, el PIB encara su quinto año de crecimiento, pero la recuperación no se está trasladando al bolsillo del ciudadano. El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, se lo planteaba así al gobernador del Banco de España, Luis María Linde, la semana pasada: "No tiene sentido que, si la economía crece por encima del 3% por tercer año seguido, aumentan los beneficios empresariales, se siguen repartiendo los dividendos y crecen las remuneraciones de los consejeros y de los altos directivos, el resto de salarios no aumenten".
Lo cierto es que, tras años de recortes en el coste laboral para paliar los efectos de la crisis en las cuentas de resultados de las empresas, los sueldos empiezan a repuntar, pero lo hacen a un ritmo parsimonioso en comparación con la economía en su conjunto. Los expertos advierten de que esto provoca un efecto perverso: el empleo crece, pero las cotizaciones a la Seguridad Social no alcanzan para cubrir un gasto en pensiones que avanza a tasas interanuales del 3%.
De acuerdo con los datos que maneja el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, la variación salarial media en convenio fue del 1,47% en 2017, año en el que el PIB creció más del doble, en concreto, un 3,1%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Es más, en la recta final del ejercicio, los beneficios empresariales aumentaron diez veces más que los salarios de los trabajadores españoles, según se desprende del cruce de dos datos: la contabilidad nacional muestra que el excedente bruto de explotación repuntó un 5,2% en el cuarto trimestre del año pasado, mientras el buen avance económico volvió a olvidarse de los sueldos, que apenas subieron un 0,5%, de acuerdo con la encuesta trimestral de coste laboral.
Otras fuentes estadísticas, como Eurostat, muestran que el coste laboral en España lleva un lustro estancado en poco más de 21 euros la hora, frente a los 30,3 euros que paga el empresario, de media, en la eurozona. La brecha es del 30%, y no ha hecho más que crecer desde el 22% de 2008.
Nuevo escollo en el AENC
Ante esta tesitura, UGT y CCOO demandan en la mesa de la negociación colectiva una subida salarial mínima de la inflación prevista para 2018 (1,6%) más 1,5 puntos adicionales en concepto de recuperación del poder adquisitivo perdido desde 2008, lo que supone un alza del 3,1%, como mínimo, pues contemplan aumentos mayores en función de la productividad de las empresas.
De su lado, la CEOE defiende un incremento de entre el 1,2 y el 2%, más un punto adicional ligado a la productividad y a otros factores como la evolución de la economía. En total, una subida máxima del 3% que acerca las posturas de las partes, alejadas por otras cuestiones como las cláusulas de salvaguarda que exigen los sindicatos como garantía del poder adquisitivo, con revisiones al alza cuando el Índice de Precios de Consumo (IPC) supere el incremento retributivo acordado en convenio.
Para la patronal, estas cláusulas son "cosa del pasado", por lo que representan una "clara línea roja". Tanto es así que fueron el principal escollo de las negociaciones el año pasado, que acabaron en fiasco tras ocho meses de intentos fallidos.
Ahora, la firma del acuerdo tampoco está garantizada. Fuentes conocedoras de las reuniones técnicas que se mantienen estos días -y que pretenden cerrar el pacto antes de que acabe el mes- reconocen que "no hay demasiados avances", aunque "hay cierto margen y todo puede cambiar en cuestión de horas".