
Reino Unido y la Unión Europea no empezarán a evaluar su futura relación hasta diciembre, como mínimo, dada la "lentitud de ritmo" de las negociaciones de salida. El pronóstico, apuntado por el presidente del Consejo Europeo con la quinta tanda de conversaciones en curso, supone un jarro de agua fría para las ambiciones británicas de cumplir con el calendario y pasar este mes a la siguiente fase. Para la contraparte comunitaria, si Londres quiere hallar responsables de la parálisis no tiene que buscar más allá de su Gobierno y de sus divisiones en torno al divorcio.
Aunque Theresa May declaró, el lunes, que "la pelota está en el tejado" de Bruselas, el negociador jefe de la UE advirtió, tras una comida de trabajo con su homónimo británico, David Davis, que "el Brexit no es un juego". Michel Barnier epitomiza el creciente hartazgo del bloque con la indeterminación de su interlocutor sobre un proceso del que tiene casi todo por aclarar.
Las partes no prevén reunirse hoy, por lo que las diferencias permanecen, sobre todo, en la resolución de la factura por los compromisos asumidos por Reino Unido antes del referéndum. El Ejecutivo de May no está dispuesto a aportar más de 20.000 millones de libras -unos 22.000 millones de euros- en los dos años posteriores a su salida, una posición que la UE consideran insuficiente para transmitir la confianza necesaria para evaluar el futuro encaje comercial.
Donald Tusk apuntó que, si bien se está negociando "con buena fe y aún se espera que los denominados 'progresos suficientes' sean posibles en diciembre", será necesario "pensar dónde se está dirigiendo" el proceso, si las conversaciones siguen con la actual "lentitud".
El pesimismo ha aumentado, hasta el punto de que Reino Unido ha presentado algunas medidas de contingencia que impondría en un potencial escenario sin acuerdo.
Insuficiencia fiscal
La productividad británica ha crecido un 0,2 por ciento en cinco años, muy por debajo de lo previsto por el Gobierno. Además, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria apenas ve una mejora en el próximo lustro, lo que se dejará notar sobre las finanzas estatales, por la incapacidad de la economía de generar suficientes ingresos fiscales.