
Suecia es uno de los pocos países de la Unión Europea que ha logrado superar con holgura el PIB per cápita previo a la crisis, todo un mérito teniendo en cuenta el fuerte crecimiento de su población. Esto, junto a otros indicadores relevantes que están destacando en el país nórdico, ha llevado a los economistas de la OCDE a preguntarse cómo un país de ese tamaño puede batir con tanta diferencia a sus vecinos y socios europeos. | Suecia registró en 2016 un aumento poblacional récord por la llegada de refugiados
A pesar de los flujos migratorios y el crecimiento de la población, la tasa de empleo está por encima del 80%, sólo superada en Europa por Islandia y Suiza. Además, la productividad por hora trabajada está creciendo por encima de la media de los países desarrollados. Los últimos datos muestran un avance del 2,4%, mientras que en la Eurozona el crecimiento es del 0,9%, en Dinamarca del 0,5%, en Alemania del 1,2% o en Finlandia del 0,3%, según datos de Eurostat referentes a 2016.
Christophe Andre, economista de la OCDE, cree que estos datos "plantean la cuestión de como una economía pequeña y abierta, que dependen en gran medida del comercio exterior es capaz de prosperar en el actual entorno económico".
La economía sueca no se está resintiendo a pesar del lúgubre entorno que rodea al país. Noruega está teniendo problemas para recuperar el ritmo de crecimiento previo a la crisis, mientras que el desplome del petróleo tampoco ayuda a esta economía. Por otro lado, Finlandia sigue inmersa en una mini-crisis que ha dejado al país en una situación compleja que combina muy bajo crecimiento y un desempleo creciente.
Reformas y diversificación
Este experto reconoce que es complejo atribuir a un factor en especial este buen comportamiento, pero sin duda las reformas iniciadas en la década de los 90 han ayudado "a crear un tejido empresarial competitivo y diversificado, mientras que se preservaba al mismo tiempo una red de seguridad que ha fomentado el crecimiento inclusivo".
Como destacan desde el Banco Mundial, Suecia 'revolucionó' su mercado laboral en la década de los 90: "El principal cambio fue incrementar la participación en el mercado laboral poniendo el foco sobre las políticas activas y quitándolo de las pasivas, es decir, incrementando los incentivos. Entre los cambios destacó la reducción de las prestaciones a los parados y la introducción de programas activos para formar a los trabajadores que tenían problemas para entrar en el mercado laboral".
Por otro lado, el Gobierno sueco ha hecho uso en el pasado y en el presenta de las políticas fiscales anticíclicas que pretenden suavizar la curva del ciclo económico a través de los impuestos y del gasto. Entre 1998 y 2008, sólo hubo dos años de déficit público, siempre inferiores al 1,5% del PIB. Con la llegada de la crisis financiera, Suecia ha tenido un colchón suficiente para incurrir en déficits moderados sin hacer peligrar la sostenibilidad de sus finanzas públicas.
Control de la deuda pública
Entre 1998 y 2008, el Gobierno redujo la deuda desde un 66,8% hasta el 37% del PIB, un descenso de casi 30 puntos porcentuales y del 44%. Pero el equilibrio más complejo si cabe ha sido el de los años de crisis, puesto que entre 2008 y 2015 la deuda pública sólo ha crecido del 37% al 41,4%.
Todo esto se ha conseguido sin que la desigualdad de la renta se dispare. Si bien es cierto que el coeficiente de Gini muestra un incremento perceptible de la desigualdad en los últimos años, la diferencia de rentas sigue entre las más bajas de Europa, tan sólo Noruega, Islandia y Eslovaquia muestran una igualdad mayor.
A pesar de que la la resistencia de la economía sueca parece interminable, desde la OCDE advierten de que en el horizonte aparecen algunas nubes como el creciente proteccionismo, las tensiones geopolíticas o el elevado precio de la vivienda. De modo que el Gobierno sueco no debe caer en la autocomplacencia y seguir trabajando para mantener la senda del crecimiento y el bienestar.