
China creció el año pasado por encima de lo previsto y, pese a ello, el avance del 6,8 por ciento que registró su economía fue el menor para el país en veinticinco años. El crecimiento de la segunda economía mundial en 2016 se explica, en buena medida, por el repunte del gasto público y los expertos temen el efecto que esto pueda tener sobre el elevado endeudamiento que ya soporta Pekín y que viene aumentando a pasos agigantados. A este foco de riesgo se suma el menor tirón del sector inmobiliario.
El 6,8 por ciento alcanzado el pasado ejercicio contrasta con el 6,9 por ciento de repunte del PIB en 2015 y con el 7,3 por ciento logrado en 2014. Sin embargo, está dentro de la horquilla que el Gobierno se había marcado como objetivo y que fijó entre el 6,5 y el 7 por ciento.
Por sectores, el que experimentó un mayor dinamismo fue el sector servicios, con un alza del 7,8 por ciento, seguido de la industria, que creció un 6,1 por ciento. Mientras, el sector primario aumentó un 3,3 por ciento.
El sector servicios llegó a representar, así, el 51,6 por ciento del conjunto de la actividad, frente al 50,2 por ciento de 2015, y reflejó a la perfección el cambio de modelo: desde la producción de bienes a bajo coste hacia el consumo.
En este sentido, la Oficina Nacional de Estadística de China destacó cómo la contribución del consumo doméstico finalista al Producto Interior Bruto representó un 64,6 por ciento.
Esto sucedió al mismo tiempo que la renta per cápita disponible en China alcanzaba los 23.821 yuanes (los 3.247 euros), lo que supone un incremento anual del 8,4 por ciento.
Con todo, al país le espera un ejercicio 2017 complicado no solo por el menor tirón del ladrillo, sino también porque cada vez se irá percibiendo menos el impacto de las medidas de estímulo aprobadas por el Gobierno.
Otra de las incertidumbres puede llegar por el lado del sector exterior, sobre todo si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, adopta una postura más proteccionista en materia comercial.
Advertencias del FMI
Esta misma semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó al alza sus cálculos para el gigante asiático este año al 6,5 por ciento, tres décimas más que en las previsiones de octubre ante la perspec- tiva, precisamente, de que se mantengan esas políticas de respaldo. Para 2018, la institución mantiene el pronóstico de crecimiento del 6 por ciento.
Pese a la mejora anunciada, la institución no solo constata una desaceleración del PIB chino, sino que además advierte de que se trata de un vigor no exento de ciertos riesgos. Sus analistas temen que el país siga apoyándose en medidas de estímulo. El motivo es que la rápida expansión del crédito y los lentos avances en el saneamiento de la deuda empresarial (especialmente en el endurecimiento de las restricciones presupuestarias de las empresas estatales) plantea el peligro de que se produzca una desaceleración más fuerte o un ajuste perturbador en la economía asiática.
En términos trimestrales, el Producto Interior Bruto chino creció un 1,7 por ciento entre octubre y diciembre en relación a los tres meses previos, una décima menos de como lo había hecho entre julio y septiembre.