
El Observatorio Empresarial contra la Pobreza acaba de presentar un estudio en Madrid que, más que números, refleja dramas: nada más y nada menos que 400.000 jóvenes de entre 16 y 29 (el 19,2%) ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo de forma activa; la tasa de paro en este segmento de edad alcanza el 34%; y el 58% de los mismos se enfrenta a un futuro en riesgo de exclusión social.
Ante semejantes cifras, sin parangón en la Unión Europea a excepción de Rumanía, Italia y Grecia, las empresas que apoyan al citado Observatorio han unido esfuerzos para presentar públicamente una estrategia que ayude a mitigar los terribles efectos de estas estadísticas.
Gestionado por la Fundación Codespa, y con el apoyo de Telefónica, la Fundación Bancaria laCaixa, Endesa, BBVA y Sener, el Observatorio Empresarial contra la Pobreza concluye que el principal problema del enorme desempleo juvenil reside en el hecho de que la formación no se ajusta, hoy por hoy, a las necesidades de la empresa, y anima a Administraciones, sector privado y ONGs a coordinar una estrategia que incluya la prevención del abandono escolar temprano (nuestro país está por encima de la media europea en estudios universitarios, pero falla estrepitosamente en secundaria); aliente la reincorporación al sistema educativo; aborde de otra forma la transición de la formación al empleo; y redoble esfuerzos en la empleabilidad de los jóvenes en riesgo de exclusión.
"El abandono escolar suele estar vinculado al desconocimiento del impacto a largo plazo que puede ocasionar en el joven el hecho de no finalizar sus estudios", reza el informe, elaborado por expertos de IESE, Fundación Tomillo e Ideofactum. En él, los autores reclaman un entorno formativo "distinto y más flexible, de menor duración, más práctico y más cercano al entorno profesional", en el que las empresas también apuesten más por la formación.
Además, el informe recomienda poner en marcha programas de asesoramiento, de creación de becas y contractos de prácticas, o de fomento del emprendimiento juvenil, entre otras medidas. "Se deben alcanzar acuerdos con centros educativos, crear titulaciones y centros de formación propios que a su vez sirvan también para cubrir las propias necesidades de las compañías privadas", advierte.
Sandalio Gómez, profesor emérito del IESE y uno de los autores del citado estudio, cree que hay que es "vital y estratégico" para el sector privado "incorporar a jóvenes preparados ad hoc e implicados en el proyecto empresarial". Es decir: el reto del desempleo juvenil no es, ni mucho menos, cosa exclusiva de la administración pública.
Báñez apoya la iniciativa
A la presentación del estudio, El camino hacia el empleo juvenil. Qué puede hacer la empresa en la Fundación Telefónica de Madrid han acudido la ministra de Empleo, Fátima Báñez, quien no pone paños calientes al drama del fenómeno nini en España.
Hoy en día, más de la mitad de quienes trabajan entre 16 y 29 años lo hacen bajo el cobijo de un contrato temporal, y solo un 7% desempeña su labor con un convenio relacionado con formación y prácticas, algo que pone de manifiesto que la responsabilidad también está en el tejado de la empresa.
"Hay que reconocer que el empleo es un eje crítico para sacar a los jóvenes del riesgo de exclusión", alertan los autores, que demandan "políticas de inclusión activa urgentes" para afrontar una enorme amenaza de futuro para España y recuerdan que el nini lleva asociado a su persona un estigma que también le impide progresar.
"Debemos luchar contra ello", explican, recordando que nuestro país, si no es capaz de erradicar el desempleo juvenil, debe aspirar al menos a "parecerse" a países como Alemania: allí solo el 8% de los jóvenes de entre 16 y 29 años ni estudia ni trabaja. La ONU, además, ha marcado en el seno de sus Objetivos para el Desarrollo Sostenible "reducir sustancialmente la proporción de jóvenes que no están empleados y no cursan estudios ni reciben capacitación", y todo ello para el año 2020.