
La difícil situación en las que se encuentran las entidades financieras italianas no es sólo consecuencia de la incertidumbre generada por la consulta sobre la reforma constitucional. El atolladero de la banca italiana es, en realidad, la suma de los errores que el Gobierno y los banqueros han ido acumulando a lo largo de los últimos meses.
Las entidades financieras transalpinas peligran a causa de los 360.000 millones de créditos dudosos que acumulan en sus arcas, de los que 200.000 son impagos. A lo largo del tiempo los bancos del país han devaluado el valor de estos activos entre el 55% y el 60%, hasta los 85.000 millones.
Sin embargo cuando el Banco de Italia rescató hace un año cuatro pequeñas entidades en quiebra (Pop Etruria, CariFerrara, CariChieti, Banca delle Marche) dio una estimación de los impagos de estos bancos al 18% de su valor originario, fijando un estándar de comparación que ha perjudicado a las demás entidades. Así los 85.000 millones de activos problemáticos de la banca italiana han pasado a valer apenas 40.000 millones. Es decir que a la banca transalpina, para cumplir con el estándar de comparación fijado por el banco central, le faltan casi 45.000 millones de euros de capital.
Esta situación ha desencadenado un ola bajista en la bolsa: en un año MPS ha perdido casi el 90% de su valor, Carige el 85%, Banco Popolare el 80%, Ubi el 65%, Unicredit el 62%, Intesa Sanpaolo - el banco más solido - casi el 35%. A esto hay que añadir la caída de Veneto Banca y Popolare de Vicenza que no cotizan pero que tuvieron que ser rescatadas antes de su salida a bolsa por el fondo Atlante, participado por los otros bancos italianos. Solo este lunes, la banca italiana se ha dejado un 4%.
Con el rescate de Veneto Banca y Popolare de Vicenza, el Gobierno y el banco central han intentado compensar el error cometido durante la primera intervención de finales de 2015. Esta vez los impagos han sido evaluados al 28% de su valor nominal, pero quizás era demasiado tarde para reanimar las cotizaciones de la banca en la Bolsa de Milán.
Además, mientras la banca italiana se hundía en Milán, los banqueros transalpinos no han estado de brazos cruzados, sino que han cometido otros errores que han perjudicado aún mas al sector: el más grande lo cometieron Banco Popolare y Banca Popolare de Milano, las dos antiguas entidades cooperativas que acaban de fusionarse para formar el tercer banco italiano.
En las negociaciones con el BCE el nuevo grupo pidió poder hacer una ampliación de tan solo 1.000 millones, frente a una petición de Fráncfurt que - según los rumores - era de 2.000 millones. Se trataba de fondos necesarios para limpiar el balance de Banco Popolare que tenía un Texas ratio (relación entre los créditos dudosos y la suma de capital más las provisiones por insolvencias) de 158, muy por encima de MPS, el banco más problemático de Italia (que tiene un ratio de 147). De esta manera los inversores han dado por descontado que la nueva entidad necesitará cuanto antes otra inyección de capital de 1.000 millones de euros, devaluando sus valores.
Otra de las entidades medianas, Ubi, acaba de anunciar que se hará cargo de los cuatro pequeños bancos rescatados a finales de 2015. Pero a pesar de haber conseguido hacerse con los bancos saneados sin mediar un euro, Ubi tendrá que pedir igualmente a sus accionistas una ampliación de al menos 500 millones de euros (e incluso más según las estimaciones del BCE) para reforzar su capital.
Tampoco la actitud de Unicredit, el principal banco internacional italiano, ha beneficiado la credibilidad del sector de cara a los inversores. El consejero delegado, Federico Ghizzoni, antes de dimitir el pasado mayo, declaró que la entidad era solida y no necesitaba ampliaciones. Sin embargo su sucesor, el francés Jean Pierre Mustier, anunció medidas para reforzar el capital de entre 8.000 y 13.000 millones de euros.
Si a todo esto añadimos que el Consejo de Estado transalpino acaba de suspender, a la espera de una sentencia del Tribunal Constitucional, la reforma de los bancos cooperativos (aprobada por el Gobierno el año pasado, con tal de impulsar la consolidación del sector); que Veneto Banca y Popolare di Vicenza han sido rescatadas por el fondo Atlante porque nadie quería participar a su ampliación; y que Carige ha rechazado el ingreso del fondo de capital riesgo norteamericano Apollo a la espera de que su principal accionista - la rica familia Malacalza - prepare una nueva ampliación, el panorama de la banca transalpina no resulta favorable para los inversores.
De hecho la desconfianza de los fondos internacionales se impuso en el canje de deuda subordinada por acciones lanzado por MPS para recaudar 1.500 de los 5.000 millones necesarios para mantener a flote el banco. La entidad logró unos 1.000 millones con el canje y, a pesar de que la operación de conversión cerraba el viernes por la tarde, grandes inversores como el fondo soberano del Qatar decidieron aplazar cualquier decisión hasta hoy, cuando tras el referéndum italiano, el consejo de administración de la entidad transalpina volverá a reunirse para decidir sobre la ampliación de capital.