
La mujer ha protagonizado en España veinticinco años de exitoso desembarco en el mercado laboral, hasta el punto de que la tasa de actividad ha crecido hasta niveles de la OCDE, en el 68%. Pero la desigualdad sigue campando a sus anchas: la tasa de paro femenina se sitúa en el 21,8%, tres puntos y medio más que la de los hombres; la presencia de mujeres en consejos de administración y puestos de mando se sitúa a años luz de la de los hombres, en el sector público y privado; y la diferencia salarial, aún con las mismas responsabilidades, alcanza nada menos que el 20%.
La cultura empresarial tiene, por supuesto, mucho que ver con esa enorme divergencia. Pero la responsabilidad no es únicamente de los actuales gerentes. Al menos así lo contempla el estudio 'Brechas de género en el mercado laboral español', de los expertos de Fedea José Ignacio Conde Ruiz e Ignacio Marra. A saber: parte de la discriminación que hoy por hoy sufre la mujer llega del mismo hogar, donde ellas acumulan una mayor responsabilidad y donde el reparto a partes iguales de las tareas avanza mucho más despacio.
El estudio de Conde Ruiz y Marra pone de relieve que la mujer dedica 2,5 horas más al día a solucionar tareas domésticas que el hombre. Y el hombre, a su vez, dispone de 1,4 horas más al día para dedicar al trabajo y 1 hora más para su ocio y su tiempo libre. Los datos que pone de manifiesto el documento de Fedea vienen a demostrar que la casa sigue siendo cosa de ellas. En hogares heterosexuales con y sin hijos, más del 90% de las mujeres son las que se dedican a lavar, tender y planchar; más del 75% llevan las riendas en la cocina; el 70% limpia el polvo, barre y friega; y más del 65% lleva la voz cantante en el cuidado de los más pequeños y los más mayores.
Reparto desigual
Ese desigual reparto -en este sentido, y entre los grandes países de la UE- solo Italia presenta resultados más desalentadores, se traduce en hechos que vemos como normales pero que perjudican seriamente a la mujer en el ámbito laboral. Son ellas las que utilizan el permiso de maternidad, ellas las que optan por reducir su propia jornada y ellas las que, al final, recurren a empleos a tiempo parcial para conciliar vida familiar y laboral. Todo ello, lógicamente, perjudica su progreso e impone un 'techo de cristal' difícil de romper. Y eso se produce pese a que, entre los 20 y los 50 años, están mejor preparadas que los hombres (en ese arco de edad un 43% de las mujeres han completado estudios terciarios frente a un 36% de hombres).
¿Qué hacer ante semejante injusticia? José Ignacio Conde Ruiz considera que los poderes públicos y las empresas "deben apostar mucho más por la conciliación y la igualdad", animando a padres a compartir permiso de paternidad con las mujeres, flexibilizando la hora de entrada y de salida de los trabajadores y trabajadoras y "asumiendo que si la mujer se marcha, la organización puede perder mucho talento". Este experto anima también al sector público a dar ejemplo, en materia de conciliación y de representatividad. "A medida que crece el poder, baja la representación, algo que no nos podemos permitir como país·, arguye.
Ideas aparentemente fáciles pero que aún encuentran un muro social, cultural e incluso a veces inconsciente que, como poco, perjudica seriamente a la mujer y lastra la productividad y competitividad del mercado laboral español. Una pérdida de talento que juega en contra de un país que, con un serio problema de fecundidad, necesitará de la mano de obra de ellos y de ellas para poder seguir pagando las pensiones del futuro.