
El éxito de la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE) ha sido puesto en duda desde muchos frentes por el lento crecimiento y la elevada inflación en la zona euro. Ayer fue la actividad del sector manufacturero la que calentó el debate en torno a las políticas de dinero fácil y tasas de interés históricamente bajas.
El ritmo del sector desaceleró en mayo hasta su nivel más bajo en los últimos tres meses, según el índice PMI elaborado por Markit, al situarse en 51,5 puntos desde los 51,7 del mes anterior. Una caída de dos décimas que, aunque leve, sugiere que el Producto Interior Bruto (PIB) de la eurozona podría frenar su expansión en el segundo trimestre.
De hecho, la misma entidad de servicios financieros ya auguró a finales del mes pasado un avance del PIB en el área del euro del 0,3% en el segundo trimestre, frente al 0,5% de los tres primeros meses del año, tras avanzar una caída de una décima del PMI compuesto, hasta los 52,9 puntos.
"El decepcionante resultado del sector manufacturero se suma a las sospechas de que el ritmo de crecimiento económico de la zona euro se haya moderado en el segundo trimestre después de un sorprendentemente rápido comienzo de año", indicó ayer el economista jefe de Markit, Chris Williamson.
El experto señaló que la desaceleración del sector quita fuerza a las expectativas de que la recuperación vaya a acelerarse gracias al programa de estímulo del BCE. Un planteamiento compartido por el investigador de la Universidad de Essex, Javier Santacruz, quien asegura que la política expansiva, más que impulsar el crecimiento entre los países de la moneda única, "lo que está haciendo es sostenerlo".
Así, los expertos coinciden en que los estímulos del Banco Central Europeo llevan tiempo sin dar fruto. Mientras el profesor y coordinador del Departamento de Investigación del IEB, Miguel Ángel Bernal, asegura que "hace tiempo que el BCE sacó toda la artillería y, ahora, lo que está haciendo es reforzarla", desde la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) María Jesús Fernández sostiene que "los efectos positivos que podían esperarse de la política monetaria están agotados y no se espera que tengan un efecto expansivo sobre la actividad económica de la zona euro".
Más aún, para el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Fernando Méndez Ibisate, "la inyección de los bancos centrales no surte efecto directo en la economía, es más, la distorsiona".
En este contexto, el BCE publica hoy sus nuevas proyecciones macroeconómicas, de crecimiento e inflación. El consejo de gobierno se reúne en Viena para discutir la política monetaria de la zona del euro mientras los analistas y los mercados prevén que mantendrá un tono moderado y dejará la puerta abierta a más estímulos monetarios a finales de año en caso de que sea necesario para evitar la deflación.
Cal y arena para nuestro país
En España, el índice PMI del sector manufacturero registró en mayo una sensible desaceleración respecto al mes anterior, al caer a 51,8 puntos desde los 53,5 de abril, lo que representa la peor lectura del dato desde octubre de 2015 y sugiere, para los expertos de Markit, que el periodo de expansión de la industria española "podría estar llegando a su fin".
Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) actualizó ayer mismo sus perspectivas económicas para nuestro país, que incluyen un alza hasta el 2,8% del incremento previsto del PIB para este 2016, frente al 2,7 que esperaba el pasado mes de noviembre.
Fuera de casa, el PMI manufacturero de mayo clasificó en primer lugar a los Países Bajos, con 52,7 puntos, seguido de Italia (52,4). Entre tanto, el sector aceleró en Alemania a su mayor ritmo en cuatro meses, al anotar 52,1 puntos. Austria se mantuvo estable en el entorno de los 52 puntos, al tiempo que Irlanda registró el menor ritmo en 34 meses al aproximar el índice de actividad manufacturera al límite de la contracción, con 51,5 puntos.
Cabe recordar que una lectura del PMI superior a los 50 puntos indica expansión de la actividad, mientras un resultado inferior supone una contracción. Bajo este umbral se situaron en mayo Francia y Grecia, ambas con 48,4 puntos.