Economía

Venezuela y el paradigma monetario de la extrema izquierda

  • Garzón asegura que con soberanía monetaria un Estado no puede quebrar
  • Tampoco necesita recaudar impuestos para poder seguir gastando
Foto de Reuters

He ejercido durante quince años como inspector de Hacienda, y siempre he pensado que los impuestos eran necesarios para financiar el gasto público. Esto es lo que pone el artículo 31 de la Constitución, que señala que: "1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio."

Esto ha recibido algunas críticas, pero no las esperaba desde la extrema Izquierda, porque se pueden criticar muchas cosas de este precepto, como la justicia, la igualdad, la progresividad, pero parece complicado negar que se cobran impuestos para financiar el gasto. Eso me creía yo.

El viernes pasado leía unos tuits de Eduardo Garzón, asesor en el Ayuntamiento de Madrid del Concejal de Izquierda Unida, Carlos Sánchez Mato, que son, como poco sorprendentes: "Un Estado que tiene soberanía monetaria (emite la moneda que utiliza) no necesita recaudar impuestos para poder gastar", y "Un Estado con soberanía monetaria jamás puede quedarse sin dinero, por lo que, si se lo propone, jamás puede quebrar". Bien, mi comentario, "menudo nivel de economistas", le pareció irrespetuoso al Sr. Garzón, que además señaló que eran "verdades irrefutables".

La economía es una ciencia social

En primer término, aunque todos solemos soportar bastante crítica, especialmente en el ámbito político, sí que es cierto que juzgué a Eduardo Garzón por dos tuits, lo que es un exceso por mi parte de lo cual, quiero disculparme. Ahora bien, ninguno de los dos tuits son verdades irrefutables. En general, en las ciencias, especialmente en las sociales, como señalaba Karl Popper no existen "verdades irrefutables", sino aproximaciones a la realidad, que suelen ser contradichas por descubrimientos posteriores.

Veamos, un Estado que emite moneda, no tiene que cobrar impuestos para gastar. Eso sólo es cierto en los emiratos petroleros, que no tienen sistemas fiscales y pagan el gasto público con las rentas del petróleo. Esto tenía algún parecido con la situación fiscal de Venezuela que también dependía de las rentas del petróleo. De hecho, su presupuesto estaba fundamentado en que el barril de petróleo cotizase a 140 dólares, cuando la cotización ha sido de una tercera parte en estos dos últimos años. Cuando los ingresos no te dan para cubrir el gasto, cualquier Estado tiene cuatro opciones: subir impuestos, recortar gastos, emitir deuda o emitir moneda. El chavismo siguió literalmente el axioma de Garzón: "Un Estado que tiene soberanía monetaria no necesita recaudar impuestos para poder gastar".

John Maynard Keynes previó exactamente esta situación en Las consecuencias económicas de la Paz: "La forma más eficaz de socavar las bases del capitalismo es la corrupción de la moneda", cita que Keynes atribuye a Lenin. Esto vale para la Alemania de la República de Weimar, obligada a pagar ingentes reparaciones de Guerra, para la China nacionalista del Kuomintang, para la Venezuela chavista, o para una España que recuperase "la soberanía monetaria" para imprimir moneda con la que pagar el déficit.

Y ahora mismo, Venezuela tiene la inflación más elevada del mundo según el FMI, que este año llegará al 720%. Obviamente, esta hiperinflación lo que genera es el hundimiento del comercio y de la actividad económica. Y también genera unas colas interminables por el hundimiento de la producción, aunque a algunos líderes de Podemos como Íñigo Errejón les parezca que las colas en Venezuela se deben "al aumento en la capacidad de consumo, producto de la revolución bolivariana".

En la práctica, hay varios casos de hiperinflación, pero es que además la afirmación tampoco tiene demasiado sentido. Una moneda es de curso oficial porque el Estado que la ha emitido admite que le paguen los impuestos en esa moneda. Sin eso, una moneda, que además no tiene un respaldo en oro, o en otra cosa, no tiene ningún valor. Con lo cual, si no hay impuestos, ni respaldo en un activo que alguien quiera, la moneda no es nada, porque nadie la quiere para nada. Y algo que nadie quiere, y que el Estado tampoco puede imponer, no sirve para pagar el gasto público.

Vayamos con la segunda afirmación, "Un Estado con soberanía monetaria jamás puede quedarse sin dinero, por lo que, si se lo propone, jamás puede quebrar". Esta "verdad irrefutable" sólo es cierta si lo que te aceptan los acreedores es tu propia moneda. Si no es así, si para comprar un producto o para obtener un determinado producto, hay que tener moneda extranjera, entonces deja de ser cierto.

Así, si las importaciones de petróleo se tienen que pagar en dólares, un Estado debe adquirir dólares. En estas condiciones, algunos Estados como Argentina han tenido que pedir prestado en dólares, y pese a que tenían, y tienen, soberanía monetaria, han acabado en "procesos de renegociación forzosa con sus acreedores". Así hubiese acabado Grecia de seguir la senda de "recuperar la soberanía monetaria", por la que abogaban algunos asesores de Siryza. Y, en fin, ya querría el Gobierno de Venezuela que alguien quisiese prestarle en dólares, euros o yenes.

Lo cierto es que me ha sorprendido que Podemos no se haya desmarcado de un fracaso absoluto como es el régimen bolivariano de Venezuela. Pero aún más me ha sorprendido que Izquierda Unida lo apoye decididamente. Así que Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida, dijese que Leopoldo López es un "golpista" y que estaría en la cárcel en cualquier país del mundo. (Sin tener en cuenta que el propio fiscal del caso dice que todas las pruebas estaban amañadas)

Pese a todo, tengo que confesar que lo que más me ha sorprendido es la apología de la 'soberanía monetaria' y la no necesidad de financiar el gasto público con impuestos. Pensaba que estas cosas se hacían en Venezuela (o en la Alemania de Weimar) por errores o por necesidad, no por convicción. Sólo por poner esto de manifiesto, el viaje de Albert Rivera a Venezuela, que comentábamos aquí la semana pasada .

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