
Ya no son avisos de alarmistas o estrategias electoralistas. Las nubes de tormenta amenazan la economía española por la incertidumbre política hasta el punto de que el Gobierno está trabajando en la revisión del escenario macroeconómico de 2016, con rebajas en las previsiones de crecimiento y de déficit público, en línea con los últimos informes de los analistas y servicios de estudios privados y del propio Banco de España.
Altos responsables del equipo de la Presidencia del Gobierno han confirmado a elEconomista que el Programa de Estabilidad que el Ejecutivo debe presentar en Bruselas a finales de este mes de abril, incluirá una revisión a la baja del cuadro macroeconómico aprobado en los Presupuestos del Estado.
Aunque por el momento no se ha cerrado aún cual será la previsión de crecimiento que finalmente se enviará a Bruselas, en los citados medios monclovitas se estima que podría estar en torno al 2,7%, es decir dos décimas por debajo del 2,9% que recogían los Presupuestos, en línea con los pronósticos del Banco de España en el informe económico presentado el pasado viernes. Una previsión la del organismo regulador que mantiene la tendencia decreciente para el año que viene, cuando se estima un crecimiento de la economía del 2,3%.
Conscientes de la importancia de esta revisión de previsiones y de que el Programa de Estabilidad va a hipotecar al nuevo Gobierno que se forme, los responsables de Moncloa confirman también que el Ministro de Economía, Luis de Guindos comparecerá ante el Parlamento para explicar el Programa de Estabilidad e intentar consensuar las previsiones y las reformas necesarias para corregir la fuerte desviación del déficit público en 2015. La comparecencia de Guindos será en todo caso, posterior a la de Cristóbal Montoro ante la Comisión de Hacienda para explicar los motivos de este incumplimiento.
La constatación de la desaceleración en el avance de la economía española se está notando ya en las previsiones sobre el cierre de este primer trimestre con un crecimiento que será entre una y dos décimas inferior al 0,8 por ciento con que cerró el cuarto trimestre de 2015.
El citado informe económico del Banco de España avanza ya un crecimiento del PIB del 0,7% para el período enero-marzo de este año y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) rebaja sus expectativas hasta el 0,68%.
Un 0,7% es también la estimación de los servicios de estudios de la patronal CEOE y de La Caixa, mientras que la previsión más pesimista es la de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) que rebaja las expectativas de avance hasta el 0,6%.
En lo que si coinciden todos estos informes es en la causa principal que provoca esta desaceleración: la incertidumbre política derivada de los resultados electorales del 20 de diciembre. Y el informe del Banco de España es taxativo sobre estas responsabilidades.
De hecho, desde Invest in Spain, la agencia del Ministerio de Economía encargada de captar inversiones extranjeras en España confirman que tienen importantes operaciones de proyectos para nuestro país con nombres y apellidos que se han parado.
Riesgo de deslocalizaciones
Porque si es verdad, explican, que fuera de España nadie se cree la independencia de Cataluña, y ahí están los datos de cierre del año 2015 para constatarlo, que muestran un crecimiento del 57,8% en la entrada de capital extranjero productivo en esa comunidad durante 2015, también es muy cierto que los empresarios, las multinacionales, las entidades financieras y las instituciones multilaterales si observan con preocupación, y mucha a tenor de lo que cuentan, la deriva política española.
Y, tanto si persiste la situación de no gobierno, como si se forma un "mal gobierno" que derogue las reformas estructurales emprendidas y de marcha atrás en la política económica que los inversores y las instituciones internacionales afirman que ha hecho posible la recuperación, esos proyectos parados no se materializarán, al tiempo que se producirá una fuga importante de las inversiones ya existentes hacia otros países más estables y con mayor seguridad jurídica.
Una deslocalización de empresas, tanto de capital extranjero como nacional, que inevitablemente se traduce en menos crecimiento económico, pérdida de puestos de trabajo y retrocesos en el Estado de Bienestar.
Pero no sólo es la incertidumbre política y el temor a un retroceso en la seguridad jurídica, porque las nubes de la inestabilidad interna vienen acompañadas también de un agotamiento de los vientos de cola externos que nos impulsaban como la evolución del precio del petróleo y el tirón de las economías emergentes, lo que puede acentuar aún más la desaceleración en los próximos trimestres.