
La mayor economía del mundo registra síntomas mixtos que hacen difícil calibrar un diagnóstico a corto plazo. El pasado viernes, el Departamento de Comercio indicó que el PIB de EEUU se expandió a un 1,4% en los tres últimos meses de 2015, el doble de lo estimado en la primera revisión, gracias al impulso del gasto del consumidor, que creció un 2,4%. Sin embargo, los estadounidenses siguen pensándoselo dos veces antes de echar mano de sus carteras, un hecho demostrado en el tímido incremento del 0,1% registrado el mes pasado en lo que al gasto del consumidor se refiere.
No sólo eso, la volatilidad experimentada por los mercados financieros en el arranque de 2016 ha hecho mella en el principal pilar de la economía americana. Al enclenque incremento de febrero hay que añadir la revisión a la baja de las cifras registradas en enero, cuando el gasto del consumidor subió cuatro décimas menos de lo inicialmente estimado, es decir, un 0,1%. "La mala racha de la renta variable en enero y febrero redujo la confianza así como el gasto discrecional mientras aumentó el ahorro", explica Chris Christopher, director de Economía de Consumo en IHS Global Insight. "Los estadounidenses siguen usando el dividendo derivado de la gasolina barra para reducir su deuda y ahorrar", añade apuntando a que la tasa de ahorro aumentó hasta el 5,4% el mes pasado.
Mientras tanto, los ingresos experimentaron una subida del 0,2% aunque los salarios privados cayeron un 0,2% y los sueldo públicos registraron un aumento del 0,3%. El mes pasado la inflación se moderó, ya que un índice de precios basado en el gasto del consumidor cayó 0,1% después de subir 0,1% en enero. En los 12 meses a febrero, el indicador (PCE por sus siglas en inglés) aumentó 1%. Excluyendo alimentos y energía, los precios aumentaron un 1,7% en los 12 meses hasta febrero después de un incremento similar el mes anterior.
En estas circunstancias, el indicador GDP Now que elabora la Reserva Federal de Altanta proyecta que la economía de EEUU crece en el trimestre en curso un 0,6%, lo que supone una rebaja de 8 décimas con respecto al 1,4% proyectado el pasado jueves. Un debilitamiento evidente, que también se deja notar en los beneficios empresariales. En la revisión del PIB del cuarto trimestre pudo observarse como los balances corporativos sufrieron un debilitamiento ya que los beneficios después de impuestos, dejando de lado el valor del inventario y otros ajustes, cayeron un 8,1% con respecto al trimestre precedente, su mayor recorte trimestral desde 2011. En su tasa interanual, los beneficios cayeron un 3,6% en el cuarto trimestre.
Una situación motivada por el incremento del dólar y el abaratamiento en los precios del crudo. Desde J.P. Morgan, su analista, Jesse Edgerton, considera que la caída en los beneficios corporativos "no sólo estuvo concentrada en el sector energético" sino también en otras áreas. "En los primeros compases de otras recesiones, normalmente hemos visto caídas concentradas como esta", advirtió aunque desde el banco consideran que sólo existen una de tres probabilidades de experimentar una recesión económica en el próximo año.