
La Encuesta de Población Activa (EPA) que publicó hace escasos días el Instituto Nacional de Estadística (INE) arroja muchos datos sobre la situación del mercado laboral. Uno de ellos, el número de empleos que se crearon en 2015: 525.100. Ahora bien, detrás de esa cifra se 'esconden' muchos detalles. ¿Sabía, por ejemplo, que el grueso del empleo que se creó el año pasado fue para los mayores de 40 años? Más del 80%, para ser exactos. No en vano, tan sólo 42.000 nuevos empleos fueron para los menores de 25.
Se puede observar en la siguiente tabla. En 2015 la ocupación en el grupo de edad comprendido entre los 20 y los 24 años creció en 44.500 personas, pero se destruyeron hasta 2.200 puestos que estaban ocupados por jóvenes entre 16 y 19 años.
La destrucción de empleo es común entre los grupos de edad más jóvenes: en el comprendido entre los 25 y los 29 años se perdieron 34.600 puestos y 'desaparecieron' otros 61.600 que estaban ocupados por personas entre 30 y 34 años. Ahora bien, si nos fijamos en los grupos de edad más avanzada nos damos cuenta de quién absorbe el grueso del empleo.
Lo resume muy bien la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en su último Observatorio Laboral. Destaca de la composición de ocupados la enorme incidencia de mayores de 45 años. Castilla y León resalta por ser la región con mayor proporción de mayores ocupados -casi la mitad, de hecho, están en esta franja de edad.
La incidencia relativa de mayores de 45 entre los ocupados sigue creciendo incluso en el último año, lo cual es un reflejo, en su opinión, de la dificultad de los más jóvenes para incorporarse activamente al mercado laboral y, también de la escasez demográfica de jóvenes que el rápido proceso de envejecimiento de la población está provocando.
De hecho, es sorprendente ver que del cerca de medio millón de nuevos empleos creados en este año, más de 400.000 corresponden a personas mayores de 44 años, 70.000 a personas en edades comprendidas entre 25 y 44 años y sólo 42.000 nuevos empleos han sido para jóvenes menores de 25 años.
Sin duda, el de los jóvenes ha sido uno de los colectivos más castigados por la crisis: soportan elevados niveles de precariedad laboral con salarios bajos. Son también los que más pagan las desventajas de ingresar tarde al mercado laboral -porque retrasan la posibilidad de adquirir la experiencia profesional necesaria para lograr un empleo.
Adquirir práctica, porque la formación no es tanto el problema. De los 42.000 jóvenes menores de 25 años que consiguieron un trabajo en 2015, 21.000 tenían educación superior teniendo en cuenta la edad. Otros 19.000 habían terminado la primera etapa de educación secundaria y solo 2.000 no habían llegado a completar la primaria.
Empleo público, asalariados...
De los 525.100 empleos que se crearon el año pasado, el 86% se generó en el sector privado, 452.000 puestos. El resto, 73.100 fueron puestos de trabajo que se crearon en el sector público.
Más datos: del total de empleos que se generó el año pasado, hasta 23.300 fueron trabajos por cuenta propia, lo que significa que más de 500.000 fueron por cuenta ajena, es decir para trabajadores asalariados.
Entre estos últimos, entre los asalariados, Fedea destaca que la mayor parte del empleo creado en 2015 es de naturaleza temporal. El número de asalariados con contrato temporal ha aumentado en 2015 en unos 335.000, mientras que el aumento de asalariados con contrato indefinido asciende a la mitad. Por otra parte, España muestra una dicotomía norte-sur en cuanto a temporalidad del empleo, siendo las regiones del sur quienes lideran las tasas de temporalidad.
¿Y por grupos de edad? Para los puestos más estables, los empresarios buscan práctica, mientras que la inexperiencia y la juventud se vuelven un atractivo para los empleos con un alto nivel de temporalidad.
De todo el empleo asalariado que se creó el año pasado entre las personas comprendidas entre los 20 y los 24 años, el 97% era temporal y sólo un 3% fue empleo indefinido.
Mientras, en el grupo comprendido entre los 25 y los 29 años pasó algo preocupante: no se creó un solo empleo. Es más, se destruyeron 26.100 puestos asalariados. Dicho de otro modo, se firmaron 29.600 puestos temporales, pero se suprimieron 55.700 indefinidos.
El peso de la creación de empleo está sobre todo cayendo sobre los contratos temporales. Este enorme impulso está íntimamente relacionado con el mecanismo por el cual en nuestra economía el empleo se ajusta a los cambios de actividad. Se utiliza mayormente el margen extensivo de ajuste, es decir, la contratación y el despido de trabajadores temporales. En este año en el que la actividad ha crecido, el empleo también pero fundamentalmente en la contratación temporal.