
El Gobierno socialista de Portugal, rehén de la izquierda radical bloquista y comunista, ha llegado a un acuerdo con Bruselas sobre el cuestionado presupuesto del país para este año, presionado por la Comisión Europea (CE), de un lado, y por sus socios parlamentarios, del otro.
La CE expresó la semana pasada sus dudas ante el borrador del Presupuesto General del Estado de 2016 enviado por el nuevo Gobierno portugués, que incluye las primeras medidas para revertir las políticas de austeridad del Ejecutivo anterior y pronostica una mejora en la mayoría de los indicadores económicos: entre otros, una tasa de desempleo del 11,2%; una inflación del 1,4%; y una rebaja de la deuda al 126% (actualmente se encuentra en el 130%).
Entre las tasas que António Costa se vio ayer obligado a revisar en sus cuentas, que afrontan hoy la aprobación del Consejo de Ministros, un crecimiento del PIB del 2,1%, que baja ahora al 1,9% (más acorde con las previsiones de la CE y el FMI) y un déficit nominal del 2,6%, que el Ejecutivo de Costa tuvo que rebajar a petición de las instituciones europeas desde el 2,8% que figuraba en su programa electoral, y que ahora cae al 2,4%.
Con todo, lo que más preocupaba a la Comisión era el déficit estructural -que excluye los gastos e ingresos de carácter cíclico-, indicador que el Gobierno portugués esperaba reducir en dos décimas, hasta el 1,1% del PIB, apenas un tercio de lo solicitado por la UE. Tras la presión ejercida por las instituciones europeas y por sus socios parlamentarios, que no admiten recortes en ayudas sociales, salarios ni pensiones, la Comisión y el Ejecutivo luso han acordado una reducción del déficit estructural de entre el 0,3 y el 0,6%. Una rebaja que va a ser financiada mediante un aumento generalizado de impuestos indirectos.
Tabaco, combustibles...
De entrada, suben los impuestos ya anunciados al tabaco y los combustibles, con lo que el Gobierno portugués calcula recaudar unos 400 millones de euros adicionales y que se intensifican en el último caso hasta los 6-7 céntimos por litro, desde los 4-5 previstos.
Pero esta revisión no parece suficiente en Europa, cuyas pegas a las cuentas lusas han motivado otras subidas: un alza en el impuesto de circulación a los automóviles y un aumento de los ingresos procedentes de la banca en un 40%, hasta superar los 260 millones, con más impuestos para reforzar el Fondo de Resolución para crisis bancarias y el fin de la exención del IBI para los fondos inmobiliarios.