Economía

Subocupación, temporalidad y baja remuneración: así es el empleo juvenil que deja la crisis

  • Por cada 100 jóvenes ocupados en 2007, sólo quedan 63 trabajando
  • Han sufrido en mayor medida los ajustes salariales, según Funcas

La pérdida de empleo de los últimos años se ha cebado con un colectivo, el de los jóvenes, que ha visto cómo la posibilidad de tener un empleo fijo era casi un imposible. Los jóvenes se conforman con tener un empleo temporal, para el que habitualmente están sobrecualificados, y que normalmente está peor remunerado que los puestos desempeñados por personas de mayor edad aunque menos cualificadas.

Su esperanza es mantener ese empleo ya que acceder a las prestaciones por desempleo es otra cuestión complicada, según un análisis realizado por Alessandro Gentile y Francesc Valls-Fonayet en la revista Panorama Social, de Funcas.

En primer lugar, los autores señalan que la pérdida de empleo se ha concentrado en segmentos de la población con contratos de duración determinada, en los que predominan los menores de 30 años. En términos de ocupación, se observa que, mientras que el volumen de ocupados se mantiene entre la población de 35 a 49 años e incluso aumenta entre los mayores de 50 años, lo contrario sucede entre la población joven. Por cada 100 jóvenes ocupados de 25-34 años que había en 2007, solo hay 63 en 2015.

En términos de desempleo, los grupos de edad más afectados son los más jóvenes (16-19 años), cuya tasa de paro se sitúa por encima del 70% en el primer trimestre de 2015, cuando era inferior al 30% en el primer trimestre de 2007. De manera similar sucede con los de 20-24 años, con una tasa próxima al 50%, cuando en 2007 se encontraba por debajo del 15%, o con los de 25-29 años, que alcanzan el 30% de paro, mientras que antes de la crisis no llegaban al 10%.

Sólo el 13% de los menores de 30 cobra el paro

Las desventajas de ser joven no se limitan a la mayor probabilidad de no encontrar empleo sino también más posibilidades de sufrir un reajuste de empleo y menos de cobrar una prestación por desempleo. La duración de la prestación depende de los años cotizados y su cuantía se determina como una proporción del salario de los últimos 6 meses trabajados así que los jóvenes con experiencias laborales cortas consiguen unas prestaciones de desempleo escasamente cuantiosas y que se agotan en seguida: el 13,4% de los parados menores de 30 años gozan de algún tipo de protección, frente al 34,4% de los adultos de 35-44 años y al 46,8% de los mayores de 45.

De acuerdo con el informe, desprenderse de un trabajador joven con contrato temporal, eventual o por obra y servicio no sólo resulta muy barato, sino que también tiene consecuencias salariales: "Nuestros jóvenes ocupados ganan bastante menos que los trabajadores veteranos, a pesar de que muchas veces disponen de mejores credenciales educativas". Los altos costes de despido de los trabajadores con contrato indefinido les otorgan una ventaja considerable en la negociación salarial porque disponen de mayor antigüedad laboral, mientras que los jóvenes con contratos temporales se conforman con la continuidad aunque no mejore su remuneración.

Los trabajadores entre 30 y 34 años cobran el 85% de la media

Según los autores, los jóvenes cobran menos y son los que más han sufrido el descenso salarial durante la crisis: en 2013 el grupo de 30-34 años disponía de un salario medio equivalente solo al 85% de la media del conjunto de la población, porcentaje que en los grupos más jóvenes quedaba reducido a un 68% del salario medio (grupo de 25-29 años) y a un 47% (grupo de 20-24 años). Además, son los jóvenes quienes han sufrido caídas salariales acumuladas en el periodo 2008-2013: del 19,7% entre los de 20-24 años, del 10,6% entre los de 25-29, y del 5,2% entre los de 30-34. Por el contrario, la población adulta ocupada ha conseguido mantener los niveles salariales durante todo el periodo.

El subempleo afecta a un 56,3%

"Las escasas salidas laborales de algunas titulaciones y la elevada probabilidad de verse abocados a aceptar empleos que no se ajustan a sus titulaciones empujan a los jóvenes que pueden permitírselo a alargar su periodo formativo, embarcándose en programas educativos que les aseguran nuevos títulos con los que esperan aumentar sus ventajas competitivas a la hora de buscar un trabajo".

Sin embargo, esta estrategia de aumento de las credenciales formativas choca con un mercado de trabajo muy rígido, por lo que se produce un aumento de la subocupación de los jóvenes asalariados. Según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, en el cuarto trimestre de 2014 la subocupación afectaba a un 56,3 por ciento de los asalariados de 16-29 años que no estaban estudiando (910.000 individuos), con un aumento del 8,7% en relación al año anterior.

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