Economía

Grecia y los siete meses que llevaron al memorándum más duro

Alexis Tsipras, líder de Syriza sonriente.

La negociación con los acreedores que derivó en el tercer rescate heleno se cobró el puesto del polémico Varoufakis y puso contra las cuerdas de su propio partido a Alexis Tsipras, que convocó elecciones. Syriza gana las elecciones griegas y formará Gobierno

Cuando el partido Syriza, liderado por Alexis Tsipras ganó las elecciones generales del pasado 25 de enero, fue la primera vez que un partido claramente de izquierdas se convirtió en la primera fuerza parlamentaria del país. Syriza ganó denunciando las políticas de austeridad impuestas por la troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional).

Su victoria generó un cierto ambiente de euforia en gran parte de Grecia, creando una sensación de que el fin de los recortes estaba cerca. Tsipras inició una lucha contra los acreedores europeos y el FMI con el fin de relajar las medidas de austeridad y reestructurar la deuda griega. Desde el primer momento, sin embargo, se hace evidente que esta lucha va a ser ardua.

El primer oficial europeo que visita Atenas después del cambio de Gobierno es el holandés Jeroen Dijselbloem, presidente del Eurogrupo. Su encuentro con la figura más mediática del Gobierno griego -el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis- acaba en un ambiente de evidente frialdad, anticipando la deriva que acaba de arrancar.

Duras negociaciones

La troika deja de enviar a sus representantes a Atenas y arranca una ronda de negociación entre Grecia y sus acreedores internacionales que se desarrolla principalmente en los encuentros del Eurogrupo, y los celebrados entre la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente galo, François Hollande, y el líder griego Alexis Tsipras. Durante la negociación, se bloqueó el desembolso del último tramo de ayudas hacia Grecia, unos 7.900 millones, una cantidad que Grecia va a necesitar muy rápido. El debate sobre cuánto puede aguantar el país sin ayudas externas continúa, y se va fortaleciendo mientras se demora el acuerdo entre Atenas y sus acreedores.

Varoufakis se granjea el descontento de sus homólogos europeos con sus ideas poco convencionales y cada encuentro del Eurogrupo es una prueba más difícil y dura para él. La cumbre del 24 de abril, en Riga, marca un hito crucial: Varoufakis tiene en contra a todos los ministros de Finanzas de la eurozona y llega el mes de mayo sin ningún acuerdo.

Más crítico aún fue junio. Tras meses de negociaciones sin resultados, se acerca el 30 de junio, una fecha en la cual Grecia debe pagar una cuota al FMI. Hasta entonces, Atenas acudió a reservas estatales para atender vencimientos con el Fondo y el BCE, pero los recursos se agotan. El 25 de junio los acreedores europeos entregan una última propuesta a Tsipras, un borrador de pacto que tampoco coincide con las líneas griegas.

Referéndum y corralito

Encontrándose en un dilema entre dejar de pagar pensiones o pagar al FMI, Tsipras decide convocar un referéndum el 5 de julio, el primero en Grecia desde los años 70. La pregunta es si se está de acuerdo o no con la última propuesta de los acreedores.

Además, el Gobierno griego cierra temporalmente los bancos para evitar huidas de capital masivas, aunque la fuga de depósitos de las entidades financieras griegas había empezado a finales de 2014. Se impone un corralito y los griegos no tienen acceso a sus depósitos: pueden sacar sólo 60 euros al día de los cajeros automáticos.

El 61% del electorado votó no a la propuesta de los acreedores, y Varoufakis dimitió al día siguiente, "para facilitar la labor del primer ministro Tsipras". Casi inmediatamente se reinician las negociaciones, esta vez a nivel de primeros ministros. Tras una jornada maratoniana en Bruselas, se consigue un acuerdo con los acreedores más exigente que otros ya rechazados, y justo cuando la posibilidad de un Grexit estaba más cerca que nunca. Pero el propio Syriza se muestra muy en contra del duro acuerdo que trae Tsipras a Atenas.

Tercer rescate heleno

El 16 de julio el Parlamento heleno aprueba el acuerdo con más apoyos de la oposición que de la coalición gubernamental. La aprobación era un requisito para concretar un nuevo memorándum, un tercer paquete de ayudas de 85.000 millones que se consigue el 11 de agosto. Es un compromiso duro para Tsipras, quien se obliga a aprobar nuevas medidas de austeridad para garantizar la liquidez necesaria para los bancos griegos y la permanencia del país en la zona euro. El voto en contra del memorándum de 32 diputados de Syriza quita la mayoría absoluta al Ejecutivo, y Tsipras se ve obligado a dimitir y convocar elecciones, las celebradas ayer, con el objetivo de que Grecia tenga un Gobierno con la mayoría necesaria para poder ser estable.

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