Economía

Tsipras propicia la quiebra helena dentro del euro para forzar una quita de la deuda

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, echó el pasado viernes su órdago final para conseguir las dos promesas aparentemente irreconciliables con las que llegó al poder el pasado enero: mantenerse en el euro y, al mismo tiempo, romper con un programa de rescate de condiciones draconianas y renegociar la deuda con los europeos.

La jugada pasaba, si era necesario, por una quiebra dentro de la unión monetaria, de la que su economía no puede ser expulsada, como recordó este sábado el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varoufakis.

Sin embargo, el pánico bancario que se avecina en el país a partir de hoy, y que ha obligado a imponer controles de capital y cerrar los bancos, puede terminar por provocar su quiebra dentro del euro y su posterior salida sin que los europeos le den el apoyo que necesita para mantenerse en la moneda común.

Grecia se levantó de la mesa negociadora, convocando un referéndum sobre los ajustes e incluso dejando la puerta abierta a elecciones anticipadas si gana el sí. El impago al FMI mañana no dispararía automáticamente un impago para el BCE, que tiene la palabra definitiva. Sin embargo, la conclusión de las negociaciones sí que puede suponer un factor relevante para que Fráncfort corte definitivamente la liquidez a la banca helena, algo irremediable si el 20 de julio Atenas no paga al eurobanco los 3.500 millones que le debe. El camino al Grexit sería entonces una realidad.

Tiempo de descuento

Como última oportunidad ya en tiempo de descuento para mantener a Grecia en el euro, la Comisión Europea, en contacto con las capitales y las instituciones, orquestó contrarreloj ayer una contraofensiva final para que el líder griego cambie de rumbo y acepte un plan de reformas que incluye nuevas concesiones, y que podría ser ratificada por una cumbre de líderes en las próximas horas, según fuentes comunitarias a elEconomista. Este paquete incluye el grueso de los ajustes acordados hasta ahora, pero da más cancha en el IVA y la deuda. Así, Atenas conseguiría mantener el IVA para hoteles en el 13 por ciento (en lugar del 23 por ciento como le solicitaban las instituciones).

Más aún, el paquete incluiría un compromiso para revisar los términos de la deuda griega, según lo acordado en noviembre de 2012 (vencimientos, intereses, retraso de pago de intereses), si se aplican todas las reformas para octubre de 2015, sobre todo en pensiones. Según fuentes comunitarias, este compromiso de renegociar la deuda helena fue concedido por la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés, Francois Hollande, el pasado viernes. Pero Tsipras ya ha manifestado que dejará la decisión a sus electores, y los Gobiernos de la eurozona han perdido la paciencia con Atenas y la hostilidad es manifiesta por ambos lados. Algunos socios, como Francia, han intentado mantener una rendija de aire para la negociación, lo que podría resultar suficiente para que el BCE no corte la liquidez a la banca helena en los próximos días. Pero si las posibles soluciones se mantienen en el campo de las hipótesis, en la gestión de daños ya se ha entrado en campo de la realidad, ya que Grecia se quedará a la intemperie mañana tras cinco años bajo un paraguas de ayuda de 240.000 millones.

Por el lado europeo, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbleom, recordó que la eurozona está mejor equipada para capear las turbulencias, con una unión bancaria (aún en construcción), un mecanismo de rescate europeo y unas economías periféricas en mejores condiciones tras los rescates. La vorágine de los próximos días obligará a mantener los bancos griegos cerrados al menos hasta el referéndum. Incluso en caso de un impago al FMI mañana, si los griegos dicen sí a los ajustes en el referédum del próximo domingo, los socios de la eurozona tendrían que dar un paso al frente y mandar una señal política para mantener a Grecia en el euro, lo que debería incluir al menos el desembolso inmediato de 3.500 millones para pagar al BCE en junio. Tsipras habrá tenido su default dentro de la eurozona y el referéndum. Pero los griegos, y no las instituciones, le habrían hecho pasar por el aro de los ajustes, dejando claro que es hora de cambiar de programa, o de Gobierno. Su órdago se habría vuelto contra él.

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