
Un ultimátum en toda regla a Grecia, un "lo tomas o lo dejas" afilado por meses de tensiones, por la paciencia perdida de los socios de la eurozona, y una semana de infarto que incluye cuatro eurogrupos extraordinarios, tres días de cumbre de líderes, dos propuestas finales enfrentadas, y un acuerdo que no termina de llegar.
El Eurogrupo puso ayer sobre la mesa un paquete de ajustes definitivo para Grecia, si el país quiere acceder a la ayuda con la que evitar su colapso económico y financiero la semana que viene. Pero los ministros de Finanzas se levantaron de la mesa sin el visto bueno heleno, por lo que el tema terminó por aterrizar en la cumbre de líderes de la UE, reunidos ayer y hoy en Bruselas. Sin embargo, los líderes apenas dedicaron tiempo al tema y confiaron la negociación a los ministros de Finanzas y las instituciones.
La oportunidad final tendrá lugar mañana, cuando el Eurogrupo se vuelva a reunir para escuchar la respuesta griega a su oferta final, ya casi en el tiempo de descuento.
Ya no hay tiempo
Apenas habrá margen para que aprueben el hipotético acuerdo los diputados griegos y los parlamentos de los cuatro países más críticos, incluido el alemán, antes de que el programa concluya este martes.
Ya no hay tiempo para que Grecia se revuelva más en argumentos retóricos o en tácticas dilatorias. Si el ministro de Finanzas maltés, Edward Scicluna, decía al entrar al Eurogrupo que "nos estamos quedando sin comentarios, y también sin paciencia", a la salida señaló que los planes B ya no serán solo una hipótesis. Fuentes europeas reconocen que si no se sella un compromiso mañana, los controles de capital tendrían que ser necesarios el lunes, un día antes de que Grecia tenga que pagar al FMI algo más de 1.500 millones, lo que se espera que provoque un impago.
Sin embargo, fuentes del Gobierno heleno avisaron que si ya rechazaron la propuesta ayer, volverán a hacer lo mismo el sábado si no cambia. Aunque reconocen que las distancias no son amplias, llaman a la voluntad política de "todos los lados" para poder salvar el acuerdo.
El último paquete de ajustes planteado por los europeos y el FMI se cuajó tras una intensa ronda negociadora al más alto nivel este miércoles, y las primeras horas de ayer, entre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y los máximos responsables de las instituciones europeas (Comisión Europea, BCE, Eurogrupo, Mecanismo de Estabilidad Europeo) y el FMI. La intención era conseguir un acuerdo común entre las instituciones y el Gobierno griego, que pudiera ser aprobado ayer por los ministros de Finanzas del euro.
Sin embargo, el Eurogrupo se reunió por tercera vez en cinco días sin nada que llevarse a la boca, ya que no hubo firma griega al documento de las instituciones. En su lugar, el responsable de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, llegó con su propia propuesta para intentar amortiguar el ultimátum que le iban a plantear los europeos en un enésimo intento por seguir arañando terreno.
Revisión de la oferta helena
Las instituciones estudiarán la propuesta helena para ver si algún punto específico se pueden incorporar al documento de los acreedores. Sin embargo, diferentes fuentes europeas eras escépticas de que se pudiera ir mucho más allá. Los europeos han recortado en las últimas semanas los objetivos fiscales, mantienen el IVA reducido del 6% a los medicamento y finalmente, en el último documento, pospone dos años (hasta finales de 2019), la eliminación del complemento para las pensiones más bajas. Este gesto representa un guiño especial a Tsipras, que siempre ha usado retóricamente este punto para morder la mano de sus acreedores.
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, reconoció que la distancia en varios asuntos es "todavía lejana". El holandés añadió, en una frase que reflejaba el plante europeo, que "la puerta todavía está abierta para que las autoridades griegas acepten las propuestas presentadas por las instituciones". No habrá más carrete. El Eurogrupo se volvió a levantar sin acuerdo al mismo tiempo en el que los líderes europeos llegaban a una cumbre europea, en la que intentaron mantener un rayo de esperanza antes de la tormenta que se puede desatar la próxima semana. "Las últimas horas han sido realmente críticas, pero tengo una buena corazonada de que, al contrario de las tragedias de Sófocles, esta tragedia griega va a tener un final feliz".
Con menos lírica y más pesimismo, la canciller alemana, Angela Merkel, la misma que cambió el ritmo de la negociación para cerrar un acuerdo político tras meses de estancamiento técnico, reconoció que "no se ha progresado lo suficiente" e incluso apuntó que, en algunos puntos, "se ha ido hacia atrás".
Al otro lado del Atlántico, el portavoz del FMI, Gerry Rice, afirmaba que la institución sigue esperando que Grecia realice el pago adeudado a la organización, de cerca de 1.600 millones, el próximo 30 de junio. Rice aclaró que si el país heleno no desembolsa esa cantidad el martes estará inmediatamente "en mora" pero aún no incurrirá en un impago o default.
El portavoz de la institución descartó pronunciarse sobre si finalmente el Fondo certificaría el citado impago 30 días después de que Grecia desatiendiera el vencimiento. La cuota del 30 de junio comprende los cuatro pagos que Atenas encaraba en junio.
El FMI insiste en que es "flexible" a la hora de seguir colaborando con Atenas para lograr un programa "equilibrado" y en que "la reforma del sistema de pensiones es esencial", aseguró Rice.
Presidencia del Eurogrupo
Los líderes europeos discutieron también ayer la crisis migratoria en el Mediterráneo y el posible referéndum en el Reino Unido sobre su permanencia en la UE. Fuentes europeas esperaban que incluso el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, pudiera plantear durante la cena la discusión sobre la presidencia del Eurogrupo. Antes de que arrancara la cumbre, Rajoy se encontró con Merkel, el principal apoyo con el que cuenta España para conseguir la presidencia para el ministro de Economía, Luis de Guindos, el próximo 23 de julio. Rajoy confiaba en esta cumbre para poder captar apoyos entre los líderes, en un combate muy ajustado que Dijsselbloem puede ganar por puntos, precisamente por su gestión de la crisis griega.