
La propuesta de Syriza para renegociar los términos del rescate, que ha sometido a Grecia a un ajuste brutal a cambio de 240.000 millones de euros, ha dominado gran parte de los mítines en las calles de Atenas, y también numerosas conversaciones en los pasillos de la sede de la CE en Bruselas.
A pesar de la cuantiosa inyección económica, y de un programa de reformas que ha llevado a que la economía helena consiguiera su primer superávit primario en años, Grecia parece incapaz de digerir una deuda que supera el 175 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB).
Para el consenso de los expertos y numerosas instituciones internacionales, el veredicto es claro. La deuda griega es insostenible. Con tal riesgo en mente, el Eurogrupo prometió a Atenas en 2012 ofrecer algún tipo de "alivio".
Para ello, el país debería conseguir superávit, y concluir las reformas pendientes que no logra cerrar en este tramo final del rescate. Además, los socios europeos quieren prolongar el salvamento bajo nuevas condiciones, a través de una línea de crédito, para facilitar la transición a los mercados.
Pero el líder de la formación, Alex Tsipras, no tiene apetito para más demandas. Por el contrario, pide la convocatoria de una conferencia internacional entre acreedores y deudores para reestructurar parte de los títulos griegos.
Un tema tabú
Su modelo es la conferencia que se organizó en 1953 en Londres para eliminar parte de la deuda que agobiaba a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, y que facilitó el despegue del milagro económico germano.
Como advierte cada vez un coro más nutrido expertos, analistas e instituciones internacionales, la insostenibilidad de la deuda no sólo afecta a los griegos, sino también al resto de países periféricos. "Es incompatible salir de la recesión sin reestructurar la deuda", sentenció el pasado mes Wolfgang Munchau, conocido columnista del Financial Times.
Mientras, desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), no solo se defiende una quita en la deuda pública de alguno de estos países, de la periferia de la Unión, sino que también se cree que hay que deshinchar el enorme endeudamiento privado, sobre todo en algunos países como España.
Por eso, prestigiosos economistas como James Galbraith, de la Universidad de Texas, o David Vine, profesor de Oxford, apoyan también la convocatoria de una conferencia internacional que incluya no sólo a Grecia, sino también a otros países periféricos.
Sin embargo, la organización de tal conferencia es un tema tabú para los dirigentes y analistas de Bruselas por dos razones básicas. En primer lugar, la propuesta dañaría la confianza de los inversores en un momento crítico, en el que se lucha al borde del barranco por dejar atrás el estancamiento económico y el riesgo de deflación.
Y, por otro lado se advierte de que las dos pasadas reestructuraciones afectaron a la banca, y una nueva quita golpearía en su mayoría a los Gobiernos europeos y al Banco Central Europeo (BCE), que poseen alrededor del 80 por ciento de toda la deuda helena en la actualidad.
El rechazo más firme ha llegado hasta ahora desde Alemania y Finlandia. Desde la primera economía europea señalan que no hay espacio para mejorar más el plazo o los intereses, lo único que podrían considerar. "No hay ninguna razón para discutir una quita de deuda ahora", dijo recientemente Bartholomaeus Kalb, diputado de la CDU de la canciller Angela Merkel. Por su parte, el primer ministro finlandés, Alexander Stubb, que había dado un "no rotundo" a la posibilidad de perdonar parte de los préstamos a los helenos matizó posteriormente su postura para mostrarse abierto a una hipotética negociación.
Sin embargo, desde el corazón de la Unión Europea, en Bruselas algunas posiciones empiezan a flexibilizarse ligeramente. Si en un principio el mensaje para Syriza era un rocoso recordatorio de los "compromisos" adquiridos, ahora dejan espacio para aceptar que habrá que "escuchar lo que digan los griegos en las urnas".
A pesar de ello, es muy pronto para que desde la capital comunitaria se decidan a tomar alguna iniciativa al respecto. "No tengo la intención de convocar una conferencia de tal tipo", contestó el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, al ser preguntado por esta posibilidad.
El Eurogrupo discute el resultado
Los ministros del Eurogrupo mantendrán este su reunión mensual. El punto principal será una primera discusión sobre la Grecia postelectoral y su programa de rescate. La extensión del programa para que el país concluya las reformas pendientes termina en cinco semanas.
Fuentes europeas creen que es posible en este tiempo acordar una nueva prorroga, para así negociar con más tiempo las condiciones de la línea de crédito.