
El año que hemos dejado atrás ha dejado un sabor agridulce en la Casa Blanca. Económicamente hablando, el presidente de EEUU, Barack Obama, se ha anotado un tanto en un momento en que el que la bolsa toca máximos históricos, el empleo se recupera y el dólar registra la mayor subida desde 2005.
Sin embargo, su popularidad ha tocado mínimos, con sólo el 43% de los ciudadanos aprobando su trabajo, según Gallup. Este escenario se enmarca en un momento en que los republicanos serán los dueños del Capitolio y la brecha social ha desterrado el problema racial que todavía existe en la mayor economía del mundo.
Aún así, el mandatario ha sabido dejar su huella, sobre todo tras la celebración de las elecciones legislativas del pasado noviembre. Consciente de que su partido ya tiene las miras puestas en 2016 y que la oposición controlará ambas Cámaras del Congreso, Obama terminó el año a golpe de decreto en materia de inmigración y rompiendo con el pasado al abrir la puerta diplomática con el gobierno cubano.
Reforma sanitaria
"No he usado mi poder de veto con frecuencia desde que ocupé la Casa Blanca", afirmó el mandatario en una de sus últimas entrevistas del año con la cadena de radio pública NPR. "Sospecho que a partir de ahora voy a tener que ponerlo en funcionamiento más a menudo", añadió. Un claro mensaje contra los republicanos que atenten, entre otros menesteres, aniquilar parte de la reforma sanitaria ingeniada por la administración Obama.
En un momento en que el poder legislativo de los demócratas se verá extremadamente limitado, el presidente cuenta con la posibilidad de enervar a los republicanos en temas clave como frenar un posible avance del gasoducto Keystone, que uniría a Canadá y EEUU, o frenar cualquier avance por intentar diluir los objetivos de reducir las emisiones de carbono hasta en un 30% en 2030. Dicho esto, cualquier paso unilateral de Obama podría tener consecuencias a la hora de avanzar en cualquier proyecto conjunto con la oposición.
Tratados de libre comercio
Recordemos que EEUU cuenta con el impuesto de sociedades más elevado del mundo, con una tasa impositiva del 35%, y una reforma tributaria bipartidista podría suponer una victoria importante para las multinacionales estadounidenses. Otro área importante de posibles acuerdos reside en en los tratados de libre comercio, especialmente con los países de Asia Pacífico, que podría llegar a culminarse este año.
"Proyectos de ley bipartidistas verán la luz del día y llegarán a la mesa del presidente, quien deberá tomar la decisiones de apoyar su base ideológica o crear empleos para la clase media", dijo el que será el líder del Senado, el republicano Mitch McConnell en respuesta a los comentarios de Obama. "Hay muchas propuestas en las que podemos trabajar juntos si el presidente rubrica legislaciones en lugar de vetar proyectos que a sus aliados liberales no les gusten".
De todas formas, el pulso con los republicanos también podría pasar factura en la política exterior de EEUU. La Casa Blanca no ha conseguido culminar un acuerdo nuclear con Irán, tras la fecha límite del pasado 24 de noviembre. Al mismo tiempo todavía quedan retos pendientes en Afganistán y en Irak, donde no se ha conseguido frenar el avance del Estado Islámico. A ello habría que sumar otras presiones geopolíticas derivadas de la caída del crudo, que ya afectan a economías como la de Rusia y podrían generar tensiones entre los países emergentes.