Economía

Holanda pide arnica ante el canje de Dijsselbloem por De Guindos

  • Rencillas lejanas: España fue la única que no votó al holandés para el Eurogrupo
Guindos junto a Dijsselbloem. Imagen: Archivo

En el baile de sillas en Europa abierto para los próximos años cruciales, España sabía desde hace meses cuál era su objetivo: la presidencia del Eurogrupo, la reunión de los ministros de Finanzas del euro.

Tras una intensa ofensiva en las capitales europeas, sobre todo en Bruselas y Berlín, el Gobierno da casi por hecho que conseguirá el puesto para su ministro de Economía, Luis de Guindos, una vez quede la plaza vacante en julio de 2015.

Aunque el tema no se trató en la cumbre de este fin de semana, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, subrayó a la salida de la reunión el convencimiento español con sus posibilidades. "Hace dos años nadie pensaría que el ministro de Economía español fuera presidente del Eurogrupo, y hoy hay una mayoría muy importante a favor para ser presidente del Eurogrupo, señal de que las cosas han cambiado en nuestro país, lo cual a todos nos reconforta", dijo.

Sin embargo, Holanda ha decidido plantar batalla a nuestro país, cansada del empuje español por echar del cargo a su actual ocupante, el ministro de Finanzas holandés, Jeroen Dijsselbloem, cuando todavía queda un año.

Tras un primer intento fracasado por cerrar el sudoku de altos cargos, la Unión celebraba finalmente la elección del primer ministro polaco, Donald Tusk, como presidente del Consejo Europeo, y la ministra de Exteriores italiana Federica Mogherini, como la nueva jefa de la diplomacia europea. Con los capitanes elegidos, incluídos la nueva presidencia de la Comisión Europea en manos del luxemburgués Jean-Claude Juncker, y una nueva agenda en cocción, el magma político comunitario confiaba en poderse centrar en la recuperación del crecimiento y, sobre todo, del empleo en la Unión.

Pero el culebrón institucional no acaba con la cumbre del pasado sábado. Más aún, se traslada al corazón mismo del motor de la política económica: el Eurogrupo. Mientras las delegaciones nacionales, incluida la española, recibían con elogios la elección de Tusk y Mogherini, el primer ministro holandés, Mark Rutte, anunciaba que Holanda estaba dispuesta a pelear por continuar en la dirección del club de los ministros del euro.

"Sé que hay otra gente que puede estar interesada en esta posición, pero es un hecho que Dijsselbloem completará su mandato presente, y hay una alta probabilidad de que el año que viene será de nuevo candidato para la presidencia del Eurogrupo", dijo Rutte al ser preguntado por elEconomista por las maniobras españolas.

Las rencillas entre Guindos y Dijsselbloem vienen de antiguo, ya que España fue el único país que no respaldó al holandés cuando fue elegido en enero de 2013 para la presidencia del Eurogrupo.

La situación ha ido escalando en los últimos meses. España mantuvo un perfil de baja intensidad cuando se lanzó la carrera para las elecciones europeas, conformándose con conseguir un reconocimiento de su infrarrepresentación en la jerarquía comunitaria, sobre todo tras la salida (mal gestionada) del núcleo duro del Banco Central Europeo. Pero el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, salió de su prudencia habitual el pasado mes de junio cuando dijo que había una importante mayoría de países que apoyaban la candidatura de Guindos para el Eurogrupo.

Con la candidatura públicamente lanzada, Guindos era consciente de que su aterrizaje en la silla de Dijsselbloem dependía de que el socialdemócrata holandés, aunque gran defensor de la disciplina fiscal, encontrara un nuevo cargo. Aunque ansiaba convertirse en comisario de Asuntos Económicos, fuentes del equipo de Juncker comentaron a este diario ya en julio que "de ninguna manera" Dijsselbloem conseguiría el dossier económico.

Así, la llegada de Guindos a la presidencia del Eurogrupo se posponía a 2015, a pesar de las informaciones que llegaban desde Madrid en las que colocaban a Dijsselbloem en el nuevo mecanismo de resolución bancaria, y que eran recibidas con sorpresa en el lado holandés, aunque todavía desde el Gobierno se especula con esta posibilidad.

En vísperas de cuadrar el círculo de los nombramientos del Alto Representante y Presidencia del Consejo, que requerían equilibrar procedencia geográfica, familias políticas, género, pro y anti-austeridad, e incluso sensibilidades hacia Rusia, España consiguió el respaldo crucial de Angela Merkel. La canciller alemana se desplazó hasta Santiago de Compostela para usar el caso español como ejemplo exitoso de una agenda reformadora ambiciosa y contención fiscal, en un momento en el que Italia y Francia empujan por aflojar las reglas. A cambio, Rajoy no solo consiguió el apoyo de Merkel en el tema de Cataluña, sino también en la candidatura de Guindos en 2015, de quien dijo ser "un ministro excelente en tiempos difíciles".

El actual presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, dijo al terminar la cumbre que "he visto que Merkel piensa que Guindos es un candidato que sería bastante apropiado para continuar con las funciones, y he escuchado que otros países europeos tienen la misma opinión". Pero ante la presión española recordó que todavía queda mucho hasta 2015, y dio un espaldarazo velado a Dijsselbloem.

Esta red de apoyos que ha ido tejiendo España para su ministro, dejando en una situación de interinidad al holandés, ha terminado de desbordar la paciencia del ministro y su Gobierno, más aun cuando La Haya puede que se quede sin cartera importante en el Ejecutivo Comunitario. Si en un primer momento el holandés mantenía las formas y decía que estaba "contento" con sus dos trabajos, ahora han pasado al ataque, sabiendo además que la elección del español se puede complicar por estar en vísperas de las elecciones generales en España, ya que según la configuración actual del puesto tendría que continuar como ministro.

La presidencia del Eurogrupo ha ganado relevancia en los años de crisis, sobre todo por haber coordinado los programas de rescate y ayuda financiera en Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y España. Pero sigue como un cargo a tiempo parcial que los ocupantes coordinan con sus deberes nacionales.

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