Economía

Europa, cada vez más enfrentada por la adhesión a la austeridad germana

  • Los detractores, capitaneados por Renzi, se oponen a los ajustes

Antes o después, el choque de trenes era inevitable. Europa está cada vez más dividida en torno al debate sobre la austeridad que propugna la canciller Angela Merkel. Algo que puso de manifiesto ayer la dimisión en bloque del Gabinete de ministros de Francia. Instigado por el extitular de Economía, Arnaud Montebourg, y el exministro de Educación, Benoît Hamon, parte del socialismo francés se mostró detractor de una adhesión sin fisuras al rigor presupuestario germánico, máxime cuando el estancamiento económico en Francia no parece hacer brillar la bondad de los sacrificios que defiende Berlín.

Así, pues se polarizan las posturas de partidarios y detractores de los postulados de Merkel y se enfervorizan los ánimos encontrados de quienes defienden, como Italia, un mayor hincapié en las políticas de estímulo al crecimiento frente a los que se aferran a la hoja de ruta de la austeridad.

La canciller Merkel ha encontrado en el presidente español, Mariano Rajoy, un aliado en la defensa de sus estrategia de priorizar la reconducción de las cuentas públicas. En el otro polo está el presidente italiano, Matteo Renzi, que se erige en capitán de la canalización del descontento respecto de unas medidas de ajuste y recortes que entiende lastran la actividad. En este mismo sentido se ha pronunciado reiteradamente el Tribunal Constitucional portugués, que tumba los recortes propuestos por su Gobierno en su sumisión a la austeridad merkeliana.

Flexibilidad

Tras recordar al presidente galo, François Hollande, su compromiso de adhesión a las directrices comunitarias, la Comisión Europea defendió ayer, no obstante, que los estados miembros promuevan políticas presupuestarias que favorezcan el crecimiento aprovechando la "flexibilidad" que brinda el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, en consonancia con el reciente discurso del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, la semana pasada en la reunión de banqueros centrales en Jackson Hole.

La llamada de atención sobre la flexibilidad que permite el marco de austeridad del Pacto europeo se fundamenta al fin y al cabo en un nuevo escenario europeo en el que destaca la flaqueza de la recuperación. En este contexto, expertos y organismos internacionales ya vienen recomendando a Europa que adopte medidas de estímulo adicionales a la reconducción de las cuentas públicas.

En este sentido se pronunció el Fondo Monetario Internacional recientemente, al recomendar al Banco Central Europeo adoptar decisiones de estímulo monetario que se traduzcan en mayor dinamismo, ya que la "la insuficiente demanda agregada está lastrando la actividad económica real y rebajando la inflación a lo largo de la eurozona".

En este contexto, Francia comienza hoy una nueva andadura con un equipo renovado, pero que debe responder a la demanda de resultados que urge la opinión pública. Todo sucede en un cambio de tercio de la política económica europea, donde se comienza a reconocer la necesidad de adoptar medidas para relanzar la economía en el marco del rigor presupuestario.

Los estímulos monetarios que el BCE se ha avenido a adoptar en junio pasado, supusieron una ruptura con respecto a la manera de actuar de la entidad con sede en Fráncfort, pero todavía son plenamente coherentes con su mandato. Ahora, sin embargo que las cifras de crecimiento del PIB son tan pírricas (con la casi única excepción de España), el banco central parece abocado a mostrar hasta dónde llega su apuesta por el crecimiento echando mano de una política monetaria directamente inspirada por la Reserva Federal estadounidense.

Dicho en otras palabras, los expertos consultados consideran factible que, entre finales de este año y principios de 2015, la Unión Monetaria experimente su propia ronda del denominado quatitative easing. Se trataría de una ampliación de la base monetaria actuando directamente sobre el sector privado.

La Fed, bajo el mandato de Ben Bernanke, llegó a actuar como un banco comercial en la medida en que, a principios de la crisis, adquirió activos privados comprándolos directamente a las empresas privadas que los emitían.

Estancamiento

Ese escenario, hasta ahora impensable para una institución que tiene como su principal mandato el mantenimiento de la inflación en límites controlables (y no fomentar el crecimiento), puede darse en el área de la divisa común europea, visto el estancamiento que esta zona experimentó entre los meses pasados abril y junio.

En este contexto, la estabilidad política se resiente. Casos como el de ayer, en que Francia deshace un Gabinete con sólo 147 días de vida hacen recordar situaciones similares vividas en Grecia o Italia, influidas por el rechazo a los recortes impulsados por al canciller Merkel. También el Constitucional luso ha dado más de un susto al Ejecutivo portugués. Y en este caldo de cultivo, surgen formaciones populistas que canalizan el descontento por los ajustes, algo contra lo que advirtió precisamente el exministro galo Montebourg.

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