Economía

Los expertos aprueban a Angela Merkel: su firmeza y pragmatismo cosechan votos

Su solidez se aprecia correcta, pero no ha resultado ser la política transformadora que pedía la crisis.

"One woman to rule them all", una mujer para gobernarles. Así rezaba el titular de The Economist hace unas semanas, dedicado a las elecciones en Alemania, que exhibía la figura de Merkel en un pedestal por encima de los símbolos europeos en las sedes del poder: la torre Eiffel, la de Pisa, el Big Ben... Sin embargo, en casa y ante su propio electorado ha exhibido un estilo más cercano e incluso maternal. ¿Dama de hierro o la popular Angie? ¿De qué tipo de líder hablamos cuando nos referimos a la canciller?

Angela Merkel es hija de un riguroso pastor protestante (misionero en la ex República Democrática Alemana) que vivió su infancia y juventud en una isla religiosa inmersa en un mar comunista, explica el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí. "Estar aislada y desafiar lo establecido es norma en su trayectoria vital y la desconfianza y la perseverancia son las vigas maestras de su personalidad". Además, y movida por las circunstancias, ha tenido que bascular su imagen entre la preocupación por el futuro alemán y la firmeza ante Europa.

"Es evidente que Merkel se encuentra en una situación difícil". Ha de compaginar tantos intereses contrapuestos -los de Alemania y los que exige mantener el proyecto europeo- que no está dispuesta a extender un "cheque en blanco", señala Ángel Pascual-Ramsay, director de Global Risks, de EsadeGeo. Un equilibrio que no es fácil, y desde países como España ha faltado empatía para entender a un Estado que sabe lo que es meter dinero en un pozo sin fondo, para sacar a flote países, como tuvo que hacer con Alemania del Este, en su proceso de reunificación, tras la Segunda Guerra Mundial.

Por otra parte, no podemos olvidar, opina Sandalio Gómez, profesor de Iese, que "al haber una unión económica en Europa y una moneda común, parece lógico que los países más fuertes cuiden con atención a aquéllos que pueden convertirse en un lastre y trasladar sus problemas a los demás". La mano dura, la intransigencia y la firmeza se han convertido en adjetivos habituales para definir el liderazgo de Merkel que, vayamos más allá de esa fachada, ¿han resultado acertados a la luz de los acontecimientos?

Sí, si nos ceñimos a lo único que determina su futuro político, las urnas, en Alemania. Los sondeos y los expertos dan por segura una tercera victoria de la CDU, a falta de saber si la canciller revalidará su coalición de centroderecha con los liberales del FDP, hundidos en las encuestas.

A Merkel la votan los alemanes, recuerda el asesor político Gabriel Cortina, "de qué vale, a efectos estrictamente electorales, que el español tenga de ella una buena imagen". A su juicio, es una líder "más racional que emocional, no encandila, pero es pragmática". Y por supuesto no ejerce "un liderazgo sofisticado, magnético y moderno como el de Obama". Pero quizá no lo necesite. Como dice Daniel Ureña, socio director de Mas Consulting, dentro de Alemania abunda la idea de que defiende los intereses de la ciudadanía y allí ha escenificado un estilo cercano.

"El futuro de Alemania está en buenas manos" reza el eslogan de la CDU, que ha apostado todo a Angela Merkel para tranquilizar a los alemanes. Completó su segundo mandato con un 60 por ciento de opiniones positivas. "A menudo, en Europa se la compara con Margaret Thatcher. Se la presenta como alguien duro como el acero y cerebral. Pero esta no es la imagen que los alemanes tienen, ya que su apodo, Mutti, significa que es alguien que se preocupa por nosotros, tanto como lo hacen las madres", señala para Euronews Josef Janning, consejero alemán de Relaciones Exteriores.

Así las cosas, y precisamente a diferencia de la dama de hierro genuina, Merkel no pasará a la historia como una líder transformadora. "Su gestión se adecua al signo de los tiempos: es transaccional y pragmática. Ha intentado preservar el statu quo de las cosas que en realidad es retroceder. Como sucede al ir en bici, si no pedaleas, caes", explica Pascual-Ramsay, que también se manifiesta escéptico con la idea de a que Merkel, al igual que a muchos de sus homólogos europeos, como Hollande o el propio Rajoy, se les considere gestores o líderes grises en esta crisis. "Cuando las masas dicen que no hay líderes, es que a lo mejor no hay masas", sostiene, parafraseando a Ortega y Gasset.

Ruben Figueres, presidente de Alario y conferenciante de Thinking Heads concluye: "Como español estaría molesto con ella; si fuera alemán, estaría satisfecho. Como norteamericano me parece que responde bien a lo que desde Estados Unidos nos gustaría ver en un líder europeo".

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