
Dos semanas antes de la fecha prevista para la presentación oficial de los presupuestos para 2014, el Gobierno galo tuvo que adelantar el miércoles pasado una parte de sus anuncios para calmar las especulaciones sobre el alcance de las nuevas subidas de impuestos para el año próximo.
El ajuste previsto para equilibrar el presupuesto será finalmente de 18.000 millones de euros, anunció el primer ministro, de los cuales "apenas" 3.000 millones vendrán de aumentos a las retenciones fiscales. A cambio, el Ejecutivo hará "un esfuerzo sin precedentes" de recortes al gasto público por 15.000 millones de euros, explicó Jean Marc Ayrault, para evitar nuevas subidas de impuestos.
El anuncio no consiguió calmar completamente las aguas, a pesar de que las subidas de impuestos serán considerablemente inferiores a la cifra de 6.000 millones de euros que había barajado el Gobierno durante los últimos meses. El peso de las retenciones fiscales alcanzará en 2014 la cifra récord de 46,45% del PIB y los contribuyentes no vislumbran las esperada pausa fiscal prometida en numerosas ocasiones por el Ejecutivo socialista desde principios de año.
Agrio debate
El debate llegó al seno del Gobierno en las últimas semanas. El ministro de Finanzas, Pierre Moscovici, fue el primero en reconocer que los franceses están cansados de los impuestos y se dijo sensible al "hartazgo fiscal" de sus compatriotas. "El tiempo ha llegado de hacer una pausa fiscal" dijo el propio François Hollande en una entrevista al periódico Le Monde a finales de agosto. Sin embargo la dificultad para equilibrar las finanzas públicas galas ha obligado al mandatario a dar marcha atrás en varias ocasiones sobre su promesa de frenar los aumentos de impuestos.
Desde su llegada al poder, el presidente francés ha optado por inclinar la balanza a favor de las subidas de impuestos para equilibrar los presupuestos de 2012 y 2013. Las retenciones fiscales representaron dos tercios del esfuerzo el año pasado y durante el ejercicio en curso frente a los recortes de gasto. En total, 22.000 millones de euros en 2012 y 24.000 millones de euros en 2013 por cuenta de los contribuyentes.
El Ejecutivo ha tenido que hacer malabares para cerrar las cuentas para el próximo año. A principios de agosto, en su informe sobre la evolución de la economía gala, el FMI le recomendó hacer una pausa sobre las subidas de impuestos para evitar el riesgo de anular los signos de recuperación y leve crecimiento registrados desde el segundo trimestre del año. El PIB francés crecerá un 0,9% en 2014 y el déficit será del 3,6% según las últimas previsiones presentadas por París.
Hollande prometió que sólo subiría los impuestos "de ser necesario y en lo ideal, lo menos posible". La proporción entre recortes de gastos y nuevos impuestos será la inversa en 2014 aseguró el primer ministro. El Estado ahorrará 15.000 millones. Pero a los 3.000 millones de euros que aportarán los contribuyentes habrá que sumarle otros impuestos que ya han sido aprobados. El IVA general pasará de 19,6% a 20% el 1 de enero y el IVA reducido, de 7% a 10%. Una medida que servirá para financiar el dispositivo de competitividad a favor de las empresas para reducir el costo del empleo.
Tampoco cuentan dentro de las subidas anunciadas el pasado miércoles el aumento de las cotizaciones sociales para financiar la reforma de las pensiones, la revisión de las ventajas fiscales para las familias en función de la cantidad de hijos y la supresión de ciertas exenciones fiscales.
El Gobierno prevé eso si algunas compensaciones para aliviar el impacto. Por ejemplo, bajará el IVA para los alimentos, el gas y la electricidad y el impuesto sobre la renta se volverá a indexar sobre la inflación para evitar un aumento automático que este año afectó a 16 millones de contribuyentes.
El equilibrio es delicado para el ejecutivo socialista acusado por la oposición de someter a los contribuyentes a una "paliza fiscal". Con las próximas citas electorales a la vista, comicios municipales en marzo y europeos en junio, el Gobierno quiere evitar que el "hartazgo fiscal" aparte a su electorado y le valga un batacazo en las urnas. Un temor real frente a las críticas de que las medidas adoptadas por el mandatario socialista en materia fiscal favorecen más a las empresas que al francés de a pie.
El periódico tradicionalmente cercano a la izquierda, Libération, en una de sus portadas de la semana pasada llamaba a Hollande: "el presidente de los empresarios". Un apodo muy parecido al de "presidente de los ricos" que Nicolas Sarkozy nunca pudo quitarse durante toda su presidencia. Según este medio, desde su llegada al poder, el Gobierno socialista ha aprobado subidas de impuestos por 23.000 millones de euros sobre los particulares mientras que las empresas han visto sus impuestos subir en 7.000 millones de euros. Se estima además que el año próximo, gracias al pacto de competitividad aprobado por el Gobierno, las empresas galas verán sus impuestos bajar.
Una situación paradójica para François Hollande que desde su llegada al poder ha mantenido unas relaciones tensas con la patronal gala debido a sus promesas mediáticas como la del gravamen al 75% que finalmente entrará en vigor el año próximo.