Economía

El incremento en el precio de los alimentos enciende la llama bélica

En medio del frenazo de la economía mundial, que sólo crecerá un 3,7% en 2008, y con buena parte de las miradas centradas en la recuperación de la recesión estadounidense, no hay que pasar por alto el incremento en el precio de los alimentos. El Fondo Monetario Internacional ya avisó durante la presentación de sus Previsiones Económicas Mundiales sobre su preocupación por la inflación, en escalada gracias al mayor coste de materias básicas y energéticas.

Sin embargo, cuando la región egipcia de Mahalla El-Kobra se sumió en una mortal y virulenta ola de violencia, provocada por los altos costes alimenticios y los bajos salarios, el mundo enteró observó lo que la lucha por una simple miga de pan puede provocar. Por encima de las multimillonarias pérdidas provocadas por la crisis financieras y los estragos derivados por la caída en picado del precio de la vivienda, los habitantes de todo el mundo tienen que comer para sobrevivir.

El que era un problema exclusivo de algunos países africanos, latinoamericanos y asiáticos comienza a convertirse en una lacra que podría derivarse en nuevos estallidos de violencia en economías emergentes. Además, las ingentes subidas en los precios de alimentos como el arroz o el trigo amenazan con tirar por tierra los esfuerzos pasados por acabar con la pobreza y la malnutrición en el mundo.

El presidente del Banco Mundial, Robert B. Zoellick, afirmaba ayer que "en algunos países en los que se habían experimentado enormes logros contra la pobreza, la suerte podría dar la vuelta". "La comunidad internacional debe ofrecer soporte inmediato y ayudar a los países a identificar acciones y políticas para reducir este impacto entre los más vulnerables".

De acuerdo con un informe publicado por dicha entidad, el incremento mundial de los precios del trigo se disparó durante los últimos 36 meses hasta alcanzar una crecida del 181 por ciento, mientras el coste de los alimentos en general se disparó un 83 por ciento. El coste de los cultivos se mantendrá elevado durante 2008 y 2009. Aunque bajará nunca llegará a los niveles de 2004, al menos hasta 2015.

Entre las causas principales de esta situación se señala con el dedo a los biocombustibles. De hecho, de un tiempo a esta parte, las preocupaciones sobre el precio del crudo, la seguridad energética y el cambio climático han provocado una descomunal demanda de biocombustibles. Esta nueva adicción por carburantes alternativas ha elevado considerablemente la demanda de materias primas como la soja o el trigo.

A este factor habría que añadir otros elementos como la debilidad del dólar, el alto precio de los fertilizantes o las prohibiciones impuestas a determinadas exportaciones. Mientras algunos países ya se han puesto manos a la obra y han aplicado ciertas soluciones de urgencia como sistemas de "comida por trabajo", rebajas de impuestos en productos de alimentación clave o han distribuido ayuda alimenticia entre la población, otros gobiernos siguen empeñados en cerrarse a las exportaciones y poner más trabas al asunto.

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