
Los ministros de Economía de la zona euro continúan con las negociaciones para intentar llegar a un acuerdo y desbloquear el dinero para Grecia, unos 44.000 millones de euros de los tramos atrasados previstos en el rescate, y crear una hoja de ruta "creíble" para que la deuda helena sea sostenible en el horizonte de 2020.
Según avanzó el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, el Eurogrupo quiere emprender nuevas actuaciones "en los próximos años" con el fin de garantizar la sostenibilidad de la deuda griega. Ello supone no descartar para el futuro lo que por ahora ningún país quiere: una quita sobre los bonos griegos en manos de los Estados miembros.
Esta idea, ya planteada por el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, seguiría flotando en el aire si la batería de medidas que se barajan resultan insuficientes. Se trataría por tanto de hacer todo lo posible con la reducción de intereses y extensión de los vencimientos en los préstamos bilaterales, la devolución de plusvalías por parte del BCE (15.000 millones), la recompra de deuda por parte de Atenas y la recapitalización directa de la banca griega.
"Es esencial que seamos capaces de decidir un conjunto de medidas creíbles para reducir la carga de la deuda de Grecia esta noche", dijo Rehn a su entrada a la reunión, al tiempo que añadió que los 17 deben estar dispuestos "en los próximos años a tomar más decisiones, si es necesario". Eso sí, siempre condicionadas a la aplicación plena de las reformas y el programa por parte de Grecia durante los próximos años.
"Grecia ha mostrado que es seria en materia de reformas, tanto en consolidación fiscal como en reformas estructurales. Ahora es esencial que despejemos la incertidumbre sobre Grecia y por tanto sobre la eurozona", planteó el responsable de Asuntos Económicos.
Incluso la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, que es quien impidió el acuerdo en la última reunión, aseguró a su entrada al Consejo que trabajará de manera "muy constructiva" para encontrar un pacto.
Los problemas de Grecia afectan a todos
El problema es importante porque la situación de Grecia repercute directamente en el resto de los Estados miembros, y no sólo por la incertidumbre que genera en los mercados, sino porque de los 350.000 millones de deuda pública griega, 130.000 millones está en manos de los socios de la Eurozona y 57.000 millones en el BCE. A España le corresponden 25.000 millones de euros que no está dispuesta a perder.
Pero por el momento, no hay signos de que Atenas se pueda hacer cargo del peso de su deuda, puesto que según las previsiones de la Comisión, alcanzará el 190% del PIB en 2014, lo que hace prácticamente imposible que alcance el objetivo de 120,5% para 2020, como se estableció en febrero pasado en el marco del segundo rescate a Grecia.
Éste es el motivo por el cual los países de la eurozona quieren retrasar a 2022 el calendario para hacer sostenible la deuda helena. Frente a ello, el FMI insiste en la fecha original, entre otras cosas para evitar el reproche de los países emergentes que ya han advertido de que antes de asumir ellos el coste de la crisis, tienen que ser los Estados miembros quieren lo costeen.
Además, después de que los 17 hayan pactado una extensión de dos años en el plazo que tiene Atenas, hasta 2016, para alcanzar un superávit primario (antes del pago de intereses) del 4,5%, se calcula que Grecia necesitaría una ayuda adicional de 32.600 millones de euros. Las necesidades de financiación de Grecia se elevarían así a 15.000 millones de euros para cerrar el agujero fiscal hasta 2014, fecha en que inicialmente finalizaba el programa de rescate, y a 17.600 millones en 2015 y 2016.
Sin embargo, el agujero griego no convence a los países contribuyentes netos, que siguen en sus posiciones. La ministra de Finanzas austriaca, María Fekter, recalcó que ninguna de las alternativas que se estudian para cubrir la financiación extra que necesita Grecia incluye fondos adicionales.
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