Economía

Francia y el euro: una auténtica bomba de relojería en el corazón de Europa

  • ¿Puede convertirse en el mayor peligro para el euro?, se pregunta The Economist

Grecia, Portugal, España e Italia son hoy los países más presionados para acometer reformas y recortes de presupuesto. Todos miran hacia ellos cuando se habla de una amenaza para el colapso del euro. Pero, en un futuro no tan lejano, y si nada cambia, otro país podría estar en el centro de todas las miradas: Francia. "Una bomba de relojería en el corazón de Europa", señala The Economist.

El país ha estado siempre en el corazón del euro y de la Unión Europea. El expresidente François Mitterrand defendió la moneda única porque tenía la esperanza de reforzar la influencia francesa en la UE que de otro modo caería bajo el dominio de una Alemania unificada, señala el semanario.

Sin duda, Francia ha ganado con el euro: pide prestado a tipos históricamente bajos y ha evitado los problemas de los países periféricos. Sin embargo, incluso antes de mayo, cuando François Hollande se convirtió en presidente, el país empezó a ceder un mayor liderazgo en la crisis del euro a Alemania. Y ahora su economía se ve cada vez más vulnerable. Francia aún tiene muchos puntos fuertes, pero sus debilidades se han puesto al descubierto con la crisis del euro, señala The Economist.

Durante años ha ido perdiendo competitividad frente a Alemania y la tendencia se ha acelerado a medida que los alemanes han reducido costes y emprendido grandes reformas. Sin la opción de la devaluación de la moneda, Francia ha recurrido al gasto público y la deuda, que ronda el 90% del PIB en la actualidad.

El clima de negocios en Francia también ha empeorado. Las empresas están agobiadas por una regulación laboral demasiado rígida, impuestos excepcionalmente altos y por tener las cargas sociales más pesadas de la zona euro. El país tiene menos empresas pequeñas y medianas, los motores actuales de crecimiento y de empleo, que Alemania, Italia o Gran Bretaña.

La economía está estancada, se puede volcar en recesión este trimestre y apenas crecerá el próximo año. Más del 10% de la fuerza laboral, y más del 25% de los jóvenes están desempleados. El externo déficit por cuenta corriente ha pasado de un pequeño superávit en 1999 a uno de los mayores déficits de la zona euro. En pocas palabras, muy pocas empresas francesas son competitivas, añade el semanario.

El poder de Hollande

Con audacia suficiente, el presidente francés podría reformar el país, apunta la publicación. Su partido tiene el poder en casi todas las regiones. Y ya ha manifestado su voluntad de que el mercado laboral sea más flexible. Además, esta semana habló incluso de la sobredimensión del Estado y prometió "hacerlo mejor gastando menos".

Pero aunque The Economist piense que podría hacerlo, señala que Hollande sigue pareciendo podo entusiasta. Los gobiernos europeos que han emprendido grandes reformas lo han hecho porque había una profunda sensación de crisis y porque los líderes políticos tenían la convicción de que el cambio era inevitable. Pero nada de eso describe a Francia o a Hollande, puntualiza.

Entre las últimas reformas anunciadas, figura la subida del IVA a partir de 2014. A mediados de septiembre también anunció un ajuste de 30.000 millones.

Pero lo que está en juego no es sólo el futuro de Francia, también el del euro, recuerda The Economist. A menos que Hollande demuestre que está realmente comprometido para cambiar la ruta de su país, Francia perderá la fe de los inversores y de Alemania. Varios países de la Eurozona ya han visto cómo el sentimiento en los mercados pueden cambiar rápidamente, advierte el semanario.

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