
Alemania sigue empeñada en bloquear la posibilidad de que España recurra a una fórmula especial de rescate blando. El Gobierno de Rajoy es partidario de solicitar una línea de crédito preventiva, que podría incluso no llegar a utilizarse, pero que activaría de manera inmedita la intervención del BCE comprando deuda española en el mercado secundario, lo cual reduciría de forma notable nuestra prima de riesgo, que ayer volvió a bajar, en esta ocasión hasta situarse en los 371 puntos básicos.
Merkel se opone de plano a esta opción, ante el rechazo que la idea genera tanto en la clase política germana como en su opinión pública, en la que se ha instalado la tesis, cuando menos discutible, de que su país está financiando la indisciplina de los manirrotos socios del sur. Además, ello supondría ayuda ilimitada por parte del BCE.
La opción que el Gobierno de Berlín ofrece a España es pedir un rescate completo y convencional, al estilo de los aplicados en Grecia, Irlanda y Portugal, con una solicitud concreta de dinero -en su día se habló de 300.000 millones- con el que se financiarían los vencimientos de deuda española. El BCE, por su parte, actuaría de garante de toda la operación, interviniendo en el mercado secundario sólo en caso de estricta necesidad y si los mercados volviesen a desbocarse de nuevo.
La petición de rescate iría acompañada de una nueva lista de ajustes y reformas -manera eufemística para designar nuevos recortes de gastos y subidas de impuestos- de obligado cumplimiento por parte del Gobierno español. Es decir: todo lo contrario de lo que pretende el Ejecutivo del PP. De manera que el rescate -en la fórmula que sea- no puede estar más atascado.
Frente mediterráneo
Con este panorama, la diplomacia española aprovechó ayer la celebración de la Cumbre Europea de Bruselas para intentar desbloquear el proceso. La estrategia del Gobierno pasa por crear un frente común mediterráneo, en el que se quiere implicar al presidente de la República Francesa, el socialista Françoise Hollande, y al italiano Mario Monti.
De hecho, estos dos mandatarios se reunieron ayer tarde, a su llegada a Bruselas, con la canciller Merkel para discutir la forma en que se puede abordar el rescate español. El propio Hollande señaló a la entrada de la cumbre que tenía previsto hablar con ambos "cómo hacer para que el Mecanismo de Estabilidad, que debería permitir a España ir a financiarse en buenas condiciones, se puede poner en marcha" y "cómo hacer para que los tipos de interés -de la deuda- bajen".
El apoyo de Hollande a las tesis españolas está condicionado a obtener el respaldo de Monti. El primer ministro transalpino ha tenido la habilidad de situar a su país en un segundo plano en el transcurso de esta última tormenta de la deuda, en la que España se ha llevado todos los golpes. Ahora, sin embargo, el Gobierno -en línea también con las tesis de la Comisión Europea y el FMI- quiere convencer a Monti para que Italia solicite también un rescate suave, condición indispensable para que Alemania reconsidere su negativa. El mandatario italiano, sin rechazar la idea de plano, manifiesta las mismas dudas que Rajoy: la operación tiene demasiados flecos sueltos.
Antes de dirigirse a Bruselas, Merkel aseguró en Berlín, en el Bundestag, que "es España en solitario la que debe decidir si necesita más asistencia del MEDE. Lo he dejado claro en mis conversaciones con Rajoy una y otra vez". Afirmación que, sin embargo, no significa que Alemania no se oponga a los planteamientos españoles. De hecho, recordó que las condiciones de la nueva ayuda "están marcadas por las directrices".
El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, señaló que España está considerando la opción de solicitar la ayuda a sus socios europeos "con una mente abierta", lo cual tampoco quiere decir gran cosa. Eso sí, incidió en la disposición de la Comisión a actuar si se produce una petición de rescate.