
En menos de seis meses el panorama del sector financiero mundial se ha debilitado. La viciosa espiral que alimenta la relación entre la financiación soberana y los balances bancarios, especialmente en Europa, vuelve a poner en jaque la frágil osamenta que hasta ahora sustenta la recuperación económica mundial. Y, como de costumbre, el epicentro de este inminente seísmo se encuentra en el sector bancario europeo, cuyo despalancamiento continúa en ascenso, según reconoce el Fondo Monetario Internacional en su Informe Global de Estabilidad Financiera (GFSR, por sus siglas en inglés), presentado hoy en Tokio.
La desaceleración económica que sufre el Viejo Continente, donde su periferia se hunde en una recesión que durará hasta 2014, podría obligar a la banca europea a reducir sus activos por un valor total de 2,8 billones de dólares, un hecho que vendría acompañado de una reducción del acceso al crédito en la periferia del 9%.
Así, desde el pasado abril el coste de este desapalancamiento ha incrementado en 0,2 billones de dólares, bajo el escenario base que coteja el Fondo. Sin embargo, la situación corre peligro de empeorar.
La banca, en el ojo del huracán
En un caso más desfavorable, como ilustra la organización en su escenario de políticas débiles, los bancos de la UE podrían verse obligados a reducir activos por hasta 4,5 billones de dólares, lo que daría lugar a una reducción de la oferta de crédito en la periferia de hasta el 18%.
Es por ello que el FMI advirtió a Europa que si no implementa sus reformas, sanea la banca e impone cortafuegos creíbles, la incertidumbre podría debilitar el contexto analizado por el FMI.
Precisamente, el informe señala la delicada situación del sistema financiero español donde la fuga de capitales ascendió hasta los 296.000 millones de euros durante los últimos 12 meses hasta el pasado junio, es decir, cerca del 27% de su PIB. En este sentido, el documento indica que esta escapada ha hecho especial mella en la deuda de las empresas españolas, que se ha visto afectada por las rebajas de rating al soberano.
En el caso de Italia la salida de capitales sumó 235.000 millones, equivalente al 15% del PIB de 2011. "La erosión de la base de inversores internacionales en la periferia subraya las dificultades de financiación externa que afrontan estos países", añade la institución, que advierte de que esta salida de inversores internacionales de los mercados de deuda soberana se ha extendido también a los bancos.
Paro y prima de riesgo
Es por esta razón que el equipo capitaneado por Viñals advierte en su GFSR que si la banca española continúa sufriendo retiros de depósitos por parte de sus clientes a los niveles actuales hasta finales de 2013, el efecto en la actividad económica sería nefasto, ya que restaría alrededor de un 1,9% al PIB, de lo que actualmente espera el Fondo, que recordemos pronostica una recesión del 1,3% el año que viene. Así la contracción del PIB en estas circunstancias sería del 3,2%.
De materializarse este contexto, el desempleo podría subir en la periferia europea, de forma que en España podría llegar a tocar el 31% y la prima de riesgo de los llegaría a tocar los 750 puntos.
Dicho esto, bajo el escenario base que contempla el FMI está previsto que con las medidas en curso, la prima de riesgo debería situarse en los 380 puntos básicos el año que viene. También se espera que el ratio de créditos respecto al PIB regrese a los niveles vistos en 2003 y 2004 en los próximos cinco años mientras los intereses de financiación del gobierno español podrían alcanzar el 14% de los ingresos en 2017.
600.000 millones de dólares
El GSFR publicado el pasado abril estimó que una muestra formada por los 58 bancos más grandes de Europa reducirían sus activos (sin incluir intangibles ni derivados) por valor de entre 2,2 y 3,8 billones de dólares.
Según indica el documento presentado hoy, el proceso se ha ralentizado sensiblemente ya que entre el tercer trimestre de 2011 hasta mitad del presente año, dichos bancos sólo han reducido activos por valor de 600.000 millones de dólares.
Desde el ultimo trimestre de 2011, el Banco Central Europeo ha intentado reducir las presiones de financiación sobre las entidades bancarias de Europa, de ahí, según explica el FMI, que el proceso se haya decelerado en los últimos meses.