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Aunque parezca increíble, la inflación se está convirtiendo en el mejor aliado para el Banco Central Europeo (BCE). El IPC de la zona euro ha alcanzado el 3,3%, un máximo histórico. Y los costes laborales también se han incrementado más de lo previsto. Estos datos refuerzan la postura del BCE de mantener contra viento y marea los tipos de interés estables y no caer en la tentación de bajarlos.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) de la zona euro subió en febrero un 0,3% respecto al mes anterior, con lo que la tasa interanual ascendió al 3,3%, desde el 3,2% del mes precedente, según los datos finales ofrecidos por la oficina de información comunitaria, Eurostat. Los analistas habían pronosticado que la inflación armonizada se incrementaría un 0,3% mensual y un 3,2% anual, una décima por encima de las cifras preliminares.
El mercado también ha conocido que los costes laborales de la zona euro subieron un 2,7% en el cuarto trimestre de 2007, frente al incremento del 2,5% registrado en el tercero (dato revisado). Se trata del crecimiento más fuerte desde 2006.
Fuerte postura antiinflacionista
El BCE ha vuelto a recordar en su último boletín mensual publicado ayer, que su principal prioridad es controlar los precios, tal y como hizo la semana pasada tras mantener los tipos de interés en el 4%, como esperaba el mercado.
"El Consejo de Gobierno subraya que su objetivo principal es el mantenimiento de la estabilidad de precios a medio plazo de acuerdo con el mandato que tiene encomendado. El firme anclaje de las expectativas de inflación a medio y a más largo plazo es absolutamente prioritario", indica la entidad en el editorial de su boletín mensual.
El BCE indica que los fundamentos económicos de la zona del euro "son sólidos", aunque reconoce que el crecimiento se modera. En conclusión, como el organismo regulador de la política monetaria de la zona euro deja claro que no bajara los tipos de interés, al menos de momento.
Una bajada de tipos cada vez más lejana
La mayoría de los analistas coincidían al comenzar el año que el BCE bajaría los tipos de interés en el primer semestre del ejercicio porque la desaceleración económica de la Eurozona y la crisis de liquidez le obligarían.
El ejercicio ha quemado ya tres meses y medio y el mensaje antiinflacionista de la entidad presidida por Jean Claude Trichet no ha hecho si no aumentar. Los precios del crudo están detrás de sus temores. El crudo está inmerso una espiral alcista que de momento no parece encontrar techo. El crudo tipo West Texas, de referencia en Estados Unidos, ha llegado ya a los 111 dólares por barril este semana. En marzo de 2007 se encontraba en torno a los 60 dólares.
"Las perspectivas para la inflación se están deteriorando y el mayor culpable es la subida de los precios del petróleo", señala Jacques Cailloux, economista jefe del Royal Bank of Scotland (RBS). "Existe un claro riesgo de que el IPC puede llegar al 3,4% en marzo", advierte.
Los economistas de JP Morgan pronostican que el BCE podría recortar las tasas entre junio y septiembre, retrasando sus anteriores estimaciones de que lo haría en abril. En la misma línea, los analistas de RBS sitúan la posible rebaja en mayo o junio y no en abril, como esperaban hace unos meses.
En la rueda de prensa posterior a la última reunión mensual del BCE, los periodistas preguntaron a Trichet si las expectativas de los inversores de una baja de tipos estaban fuera de lugar. El banquero francés contestó: "no suscribimos las perspectivas del mercado sobre los tipos de interés".