Esta tarde comienza en Bruselas un maratón de reuniones que, antes de que abran las bolsas asiáticas el lunes de madrugada, debería desembocar en un principio de acuerdo para erradicar de una vez por todas la crisis de la deuda pública en la zona euro. Todo el mundo tiene sus ojos puestos en la capital comunitaria. Europa revisa ligeramente al alza el deficit y la deuda de Portugal, Grecia y España.
Si Europa fracasa, el virus de la desconfianza que se ha apoderado de los inversores se extenderá por el resto del planeta y amenazará seriamente con provocar la recaída en recesión de la economía global.
Será vital la disposición con la que llegue a Bruselas la conservadora Angela Merkel, canciller alemana y dirigente más influyente en las decisiones europeas. Todo depende de la ayuda que esté dispuesta a prestar a países en apuros como Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia, y del rigor de las condiciones que les imponga a cambio en forma de reformas económicas, ajustes presupuestarios -recorte del gasto público y subidas de impuestos-, privatizaciones y saneamiento del sistema bancario.
Maratón de reuniones
Hoy por la tarde se reúnen los ministros de Economía y Finanzas de los diecisiete países de la zona euro. El sábado se reunirán los ministros de Economía y Finanzas de los 27 países del conjunto de la UE, y los de Asuntos Exteriores.
El domingo por la mañana llegará el turno de los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países de la UE. Y por la tarde deberían casi rematar la faena los jefes de Estado o de Gobierno de Eurolandia: los 17 países que comparten el euro como moneda única.
Los negociadores reconocieron ayer que la complejidad de la negociación para devolver la estabilidad a la zona euro es tan inconmensurable que tras el maratón de reuniones de esta semana aún quedarán flecos por atar. Los Gobiernos de Francia y Alemania reconocieron ayer por la tarde que el presidente galo Nicolas Sarkozy y la canciller germana Angela Merkel mantuvieron ayer una conversación por teléfono después de haberse encontrado el miércoles en Fráncfort, y se volverán a ver el sábado por la noche, víspera de la cumbre europea.
Dos cumbres en tres días
También detallaron París y Berlín que el plan global contra la crisis que pretenden adoptar será examinado en profundidad el domingo, y su adopción se producirá en un nuevo encuentro que se celebrará el miércoles a más tardar.
Tres son las grandes incógnitas que deberán despejar los dirigentes comuntiarios: el aumento de la quita sobre la deuda griega que poseen bancos, aseguradoras y fondos de inversión; la recapitalización de los bancos europeos; y el aumento de la capacidad del fondo de rescate para prestar dinero y evitar la bancarrota de países y entidades de crédito en apuros.
Los Gobiernos europeos acordaron el pasado mes de julio imponer una quita supuestamente voluntaria del 21 por ciento sobre la deuda pública de la República Helénica en manos de la banca y otros representantes del sector privado.
La quita de Grecia
Era la manera elegida con el objetivo de reducir la contribución de los contribuyentes de a pie al rescate de Grecia: Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) habían puesto en primavera de 2010 préstamos a disposición de Atenas por un valor total de 110.000 millones de euros, a los que en julio de este año sumaron otros 109.000 millones.
El agravamiento de la coyuntura en una Grecia no competitiva y axfisiada por el recorte del gasto público y la subida de impuestos dicatada por Europa y el FMI ha conducido a que las decisiones de julio sean claramente insuficientes apenas tres meses después. Alemania presiona para elevar la quita al 60 por ciento. Francia que inicialmente se oponía a aumentar el porcentaje, ha cedido pero maniobra para que se aleje lo menos posible del 21 por ciento inicial.
Países en el punto de mira de la desconfianza de los mercados como Irlanda, Portugal, Italia y España temen que aumentar la quita griega lance a los inversores la señal de que ellos seguirán el mismo camino. Lo que les cerraría las puertas para financiarse a precios asequible en el mercado en el caso de España e Italia, y alejaría la perspectiva de abandonar la asistencia de Europa y el FMI e intentar volver al mercado con normalidad en el caso de Irlanda y nuestros vecinos portugueses. El acuerdo sobre la quita griega es competencia exclusiva de los diecisiete países de la zona euro.
Recapitalización bancaria
La banca europea sufre la desconfianza de todo el planeta desde que a finales del verano circulara a la luz pública un documento interno del FMI según el cual el sector bancario del Viejo continente podría necesitar unos 200.000 millones de euros -incluso el doble si se produjera un efecto dominó- para amortiguar las posibles pérdidas en las que incurriría si los países periféricos del club comunitario incurrieran en el temido impago.
La solución que están negociando los Gobiernos europeos de cara a las cumbres de este domingo y la semana que viene es que los reguladores nacionales de cada país impongan a sus respectivas entidades de crédito nacionales -la imposición se podría limitar a las instituciones sistémicas con actividades en más de un país de la UE- la obligación de pertrecharse con reservas de capital principal más elevadas que las actualmente exigidas por la vía reglamentaria.
En julio, la Autoridad Bancaria Europea exigió a los bancos que se sometieron a la hasta la fecha última tanda de test de estrés unas reservas de capital principal del 5%. Ahora se baraja la posibilidad de elevar este porcentaje hasta el 7 o el 9%.
Tan importante o más que el porcentaje finalmente acordado será la definición de capital principal. Según la definición más recientemente utilizada por los supervisores europeos, un 9% equivaldría a un 7% según la definición que entrará en vigor a finales de esta década, en cumplimiento del acuerdo internacional conocido como Basilea III.
Además de fijar un umbral más o menos elevado, la pelea está en si los bancos que tengan que elevar su capital y no lo logren acudiendo al mercado podrán recibir la ayuda de sus respectivos estados, o la del fondo europeo de rescate.
Alemania ha defendido desde el principio que el fondo de rescate sólo pueda ser movilizado como último recurso. Y que los países que recurran a él sean sometidos a condiciones como sanear sus presupuestos públicos y su sistema bancario. Francia defendió inicialmente que los bancos pudieran recurrir con más facilidad al fondo para que los Estados no sufran un deterioro aún mayor que el actual de sus cuentas públicas.
Fondo de rescate
Máxime porque las agencias de rating o calificación de riesgos crediticios comienzan a amenazar con degradar la triple A que conceden a París. Y todavía presiona para que el fondo de rescate no sea sólo el último recurso, sino que pueda actuar en paralelo a los Estados para recapitalizar a los bancos que lo necesiten.
El tercer gran punto de discordia es a qué fórmula de ingeniería financiera recurrir, para apalancar el fondo de rescate y que los 440.000 millones de euros que puede captar en los mercados para ayudar a países o a bancos en apuros supere al menos el billón de euros, sin lo que no podría ayudar a economías de la talla de Italia o España a evitar una bancarrota.
Las endeudadas Francia y Alemania no pueden (en el primer caso) o no quieren (en el segundo) aumentar su aportación al fondo de rescate. De modo que negocian convertirlo en un pseudo banco que se pueda endeudar repetidas veces para adquirir más capital del que tiene, o en una pseudo aseguradora que garantice las emisiones de deuda pública de Madrid y Roma. Además de no estar de acuerdo en el método, el problema se complica porque ambas ideas pueden ser ilegales.