
El Partido Popular criticó ayer el decreto que recupera este año y el próximo el Impuesto sobre el Patrimonio a los montantes superiores a los 700.000 euros, pero lo hizo con la boca pequeña. Finalmente, los populares se abstuvieron en la votación celebrada en el Congreso como cierre y despedida de la novena legislatura.
También lo hicieron CiU, PNV, CC, UPN y UPyD, mientras que el PSOE y la izquierda minoritaria votaron a favor y sólo dos diputados votaron en contra por error (uno socialista y otro del PP).
El sentido del voto del principal partido de la oposición no es baladí, pese a las críticas de las autonomías gobernadas por el PP y a las voces que han abogado por no reactivar el tributo. Según fuentes populares, si Mariano Rajoy gana las elecciones del 20 de noviembre, mantendrá el Impuesto sobre Patrimonio los dos años de vigencia que contempla el decreto recién salido del horno.
Presión de las autonomías
Esta decisión tiene detrás, según las mismas fuentes, la presión precisamente de las autonomías populares, ya que el maltrecho estado de sus cuentas públicas obliga a que cualquier ingreso extra sea bienvenido. Según el Gobierno y el PSOE, se recaudarán 1.000 millones de euros extra en 2012 con este tributo, mientras que los Inspectores de Hacienda del Estado defienden que se ingresarán sólo 500 millones.
El impulsor del impuesto, el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, no dudó en cuestionar la abstención del PP. "Se califica por sí sola", aseguró Rubalcaba para defenderse de las críticas de electoralismo vertidas por todos los grupos de la Cámara, que cuestionaron el oportunismo de la recuperación del tributo. "Al PP no le gusta que los que más tienen paguen más, pero saben que a los españoles sí, que a los españoles les parece justo, y a mí también", defendió para avisar a las autonomías insumisas que "perderán dinero".
Día de despedidas
Salgado, por su parte, se despidió del Congreso defendiendo que el objetivo de la reactivación del impuesto -liderada por el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba- pasa por "reforzar la estabilidad presupuestaria y la equidad". Sin embargo, en línea con la reforma fiscal "a fondo" que la propia vicepresidenta reclamó el día anterior al nuevo Gobierno, puso sobre la mesa la necesidad de que se desarrolle un impuesto "que grave con más capacidad de conocimiento" a los contribuyentes más ricos.
La crítica generalizada por parte de todos los grupos tuvo que ver con las formas, el giro a la izquierda del Gobierno en vísperas del 20-N presionado por Ferraz, así como la incertidumbre que crea a las autonomías de cara a la elaboración de las cuentas de 2012. Según Cristóbal Montoro (PP) se trata de un "guiño electoral" y la equidad que busca es "dudosa".
"Que las cosas vayan mejor"
Entre los deseos de despedida, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aspiró a "que las cosas vayan mejor para España y por supuesto para los que tienen más dificultades"; mientras que el siempre irónico presidente del Congreso, José Bono, pidió que "los últimos -en relación a su grupo parlamentario- sean los primeros".