Economía

Llega la reunión clave para fijar la hoja de ruta que salve la zona euro

  • La banca, el BCE, al Comisión Europea y el FMI participarán en la reunión

Llega la hora de la verdad. Tras año y medio parcheando los problemas de Atenas, Dublín y Lisboa, los jefes de Estado o de Gobierno de los 17 países que comparten el euro como moneda única se reúnen hoy en Bruselas con dos objetivos: intentar acordar una solución que rescate a Grecia de una vez por todas; y que tal solución siente un precedente sólido y aplicable a Irlanda y Portugal, e incluso a Bélgica, Italia y España.

La reunión del Consejo Europeo, que comenzará a las 13:00 (hora española), contará con la presencia del presidente del BCE, Jean Claude Trichet, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, Jose Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, y se especula también con que el presidente de Deutsche Bank y un banquero francés participarán.

Los dirigentes deben demostrar con decisiones su determinación para cumplir su promesa de hacer cuanto sea necesario para salvaguardar la estabilidad de la zona euro. De lo contrario, correrán el riesgo de que una estampida de inversores atropelle a Madrid y a Roma, cuyas economías son demasiado grandes como para dejarlas caer -arrastrarían al euro y a la incierta recuperación de la economía mundial-, pero también son demasiado grandes como para poder rescatarlas.

Líderes a contrapié

La cumbre de hoy comienza con los dirigentes europeos a contrapié, a la defensiva. Los mercados han mostrado desde el lunes indicios evidentes de no creerse los test de estrés, por más que los resultados del simulacro publicados el viernes se empeñen en asegurar que la banca europea es solvente y está pertrechada con suficientes reservas de capital como para sobrevivir al asedio de otra crisis. O al recrudecimiento de la que comenzó hace casi un lustro y aún colea.

Para muestra de la desconfianza, un botón. Bankia marcó ayer en su salida a bolsa un precio inicial de 3,68 euros: un 1,87 por ciento menos que lo fijado por la entidad presidida por Rodrigo Rato, 3,75 euros. Tras un inquietante inicio a la baja, marcando un mínimo de 3,51 euros con descensos superiores al 6 por ciento, sus títulos recuperaron terreno y al cierre terminaron donde empezaron: 3,75 euros. Un alivio que no llega a alborozo.

La desconfianza en la solidez del sistema financiero -germen de la crisis global que aún sufrimos- es muy relevante en la gestión del rescate de los países débiles del euro. Antes de ampliar su ayuda a Grecia, los Gobiernos de Alemania, Holanda, Finlandia y Austria exigen que el sector privado -bancos, aseguradoras y fondos de inversión- carguen con parte de la factura ya sea aceptando quitas voluntarias; ya sea renunciando a cobrar de inmediato la deuda griega en su poder a punto de vencer y prolongando el plazo para que Atenas les reembolse; ya sea a través de un impuesto de nuevo cuño.

Una banca convenientemente recapitalizada y saneada habría resistido la carga del rescate heleno que se le viene encima. Pero el mercado duda de que el palo bancario esté ya en condiciones de aguantar su vela. Y la situación empeoraría si los países del euro no cerraran filas hoy, la crisis se les va de las manos, Grecia se desploma, arrastra a algún otro país y, en lugar de quitas controladas, los bancos se enfrentan a una voladura caótica de la República Helénica.

El umbral de irás y no volverás

El segundo mal augurio previo a la cumbre de hoy han sido las recientes emisiones de deuda pública de Italia y España. Tanto el mercado primario como el secundario llevan una semana desplumando con saña a ambos Estados.

Y exigiendo rentabilidades para aceptar papel hispano y transalpino que coquetean con el umbral de irás y no volverás que ya cruzaron los tres países del euro que han tenido hasta la fecha que ser rescatados por Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los bonos españoles tienen hoy una nueva cita con los inversores que, si vienen mal dadas, caldeará aún más la cumbre europea cuyo inicio está previsto a las 12.45 del mediodía.

Esta misma mañana se prevé que vuelvan a reunirse los expertos de los países de la zona euro para seguir detallando la solución que por la tarde estará sobre la mesa de negociación en la que se sentará el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, junto a sus homólogos.

El acuerdo de hoy, si lo hay, no será total. Marcará las grandes líneas y los expertos seguirán negociando la letra pequeña -que igual que las armas la carga el diablo- durante julio y, previsiblemente, agosto. Todo debería estar listo en septiembre, cuando Grecia necesita un nuevo préstamo de Europa y del FMI. Atenas no quebrará durante el verano una vez que se han desbloqueado 12.000 millones de euros, pero tras las vacaciones aún debe recibir otra dosis de ayuda de 8.000 millones.

El rescate de Grecia desplegado en primavera del año pasado contemplaba préstamos por un montante total de 110.000 millones de euros, a entregar gradualmente entre 2010 y 2012. Ahora se negocia añadir unos 85.000 millones adicionales, y extender la intervención hasta 2014.

Las opciones de la hoja de ruta

Los ministros de Economía y Finanzas de los 17 países de la zona euro pactaron el pasado 11 de julio en Bruselas ampliar los plazos y abaratar los intereses que Grecia paga por los préstamos que le inyectan para que siga haciendo frente a sus pagos y no quiebre. Hace un año se impusieron sobre Atenas tipos de interés variables cuya media superaba ligeramente el 5%. Ya se aceptó una primera rebaja de un punto porcentual, y un segundo descuento podría dejarlos cerca del 3%: la mitad de lo que el mercado secundario exige por bonos españoles a diez años.

El vencimiento de los préstamos de rescate a Atenas también se amplió, de los alrededor de tres años iniciales de media, a siete. Y ahora podría elevarse a veinte o incluso treinta años. Portugal ya se se benefició de la primera mejora de las condiciones, y ahora espera volver a hacerlo.

Irlanda y Portugal

Irlanda también cruza los dedos para beneficiarse del abaratamiento de la ayuda que, hasta el momento, Francia le ha vedado. París ha exigido hasta la fecha que Dublín suba el tipo impositivo de su impuestos sobre sociedades: lo considera un acto de competencia fiscal desleal con el que los irlandeses roban empresas que, de no ser por su tributo híper reducido, se establecerían y crearían empleo en otros países de la UE.

Para respetar la exigencia de Berlín, La Haya, Viena y Helsinki de que los titulares privados de deuda pública griega -principalmente los bancos- participen en el esfuerzo de rescate con una contribución de entre el 20 y el 30% de la operación, la idea más reciente sobre el tapete de la negociación es acuñar un impuesto o tasa sobre la banca.

La Comisión Europea lleva desde que comenzó la crisis calculando cómo y cuánto se puede recaudar de la banca para parchear los atribulados presupuestos públicos; para crear fondos de garantía para gestionar en el futuro nuevas crisis bancarias; cumplir la promesa de ayuda a los países en vías de desarrollo; luchar contra el cambio climático; alimentar el presupuesto de la UE para poder reducir las contribuciones al mismo de los 27 países del club; y, desde esta semana, para reflotar a Grecia.

Según el modelo elegido, los expertos de la Dirección General de Fiscalidad del Ejecutivo comunitario calculan que se puede recaudar de una tasa bancaria en el conjunto de la UE entre 26.000 y 5.000 millones de euros anuales. Otra cuestión es que todos los caminos llevan a Roma y los bancos probablemente repercutirán tal tributo sobre sus clientes de a pie, paganos de la crisis de una manera u otra.

Quitas y eurobonos

Otra opción de la hoja de ruta es que el fondo de rescate europeo preste dinero a Grecia no sólo para que afronte sus pagos inmediatos como hasta ahora, sino también para que recompre su propia deuda pública al precio de saldo con el que se revende actualmente en el mercado secundario. Al pagar menos por su deuda del valor inicial en el momento de emitirla, Atenas estaría rebajando el peso de una deuda asfixiante que, según las previsiones de la Comisión Europea, superará en 2012 el equivalente al 166 por ciento de su producto interior bruto (PIB).

Quien revenda a Atenas los títulos griegos en su poder rebajados y sin esperar al vencimiento, aceptará de facto una quita voluntaria. Pero gozará del alivio de no arriesgarse a sufrir una pérdida aún mayor si la República Helénica termina por derrumbarse. Otra opción es que los titulares de bonos griegos con vencimiento antes de 2014 los canjeen por otros que venzan siete años más tarde, pero avalados por el fondo de rescate -avalado a su vez por Alemania y el resto de países del euro-. Y que el propio fondo de rescate compre en el mercado secundario deuda griega como en el pasado hizo el Banco Central Europeo (BCE) para calmar a los inversores.

Alemania se resiste a dar más poderes y nuevas funciones al fondo de rescate, para que no se interprete como un avance encubierto hacia la futura creación de eurobonos. Y como con las quitas voluntarias, el mercado puede considerar que se ha producido un impago.

En tal caso, la entidad con sede en Fráncfort amenaza con cerrar el grifo de la liquidez a la banca griega, lo que obligaría a los Estados de la zona euro a movilizar unos 20.000 millones de euros para apuntalarla. Un impago, según teme el BCE, también puede provocar una onda expansiva mayor que la quiebra en 2008 de Lehman Brothers. Onda entre cuyas víctimas podrían contarse España e Italia.

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